Cruel desenlace para los avilesinos en un buen partido, con alternativas y decantado del lado del Celta Fortuna en una acción polémica al borde del tiempo reglamentario. El Avilés hizo sufrir a los vigueses en la segunda mitad pero no aprovechó sus ocasiones

El Avilés hizo méritos más que suficientes para no irse de vacío pero el fútbol no es una ciencia exacta, más teniendo en cuenta que enfrente había un rival de entidad y un árbitro que no estuvo plenamente acertado en varios lances de un partido que ya de inicio estuvo movido. En primer término por el cambio de la indumentaria local, ante la coincidencia de colores con las dos equipaciones que el filial celeste se trajo a Avilés y en segundo por la lesión en el calentamiento de Raúl Hernández, que convirtió a Quicala en la tercera novedad en el once local junto a Gete en el puesto de Adri Gómez y Campabadal en el lateral diestro.

De inicio se pudo ver la versión más dominadora del Avilés, que no tardó en forzar un par de saques de esquina y en pedir una revisión por posibles manos de un defensa, cuya única consecuencia fue la tarjeta amarilla para Meixús por tratar de deteriorar el estado del punto de penalti, en un terreno que no aguantó mal del todo los efectos de las intensas lluvias.

Los blanquiazules, hoy de gris, entraron bien al partido, presionando alto y merodeando el área con peligro, en un primer cuarto de hora marcado por las cuatro tarjetas amarillas mostradas, tres de ellas a futbolistas del filial celeste, que pasó a tomar las riendas en torno al minuto veinte, forzando un par de llegadas peligrosas, obstaculizadas en último término por Babin y Granero.

Al tercer córner fue la vencida, con el partido atravesando una fase de equilibrio rondando la media hora. Cayarga ejecutó desde la derecha, Rubio cabeceó en el primer palo y Babin marcó a placer en boca de gol. Ventaja valiosa que le duró poco a los avilesinos, en concreto ocho minutos, los que tardó el Celta Fortuna en forzar una falta en un contragolpe, transformada en gol brillantemente por Hugo González, que hizo gala de un muy buen pie a balón parado, entre otras virtudes.

Los vigueses volvieron a crecerse y tuvieron la última opción antes del descanso, tras una combinación de Soumah y Álvaro Marín, que se topó con una buena mano de Álvaro Fernández. Comenzaban a carburar los atacantes visitantes, exigiendo al Avilés la máxima atención en labores defensivas.

Salió el Celta con más balón en la segunda mitad, pero el partido volvió a cambiar de fase en torno a la hora de juego. El Suárez Puerta se encendió con una serie de acometidas de los suyos, primero en dos saques de esquina en los que Babin volvió a ejercer de amenaza aérea, Gete se topó con el larguero y Cayarga hizo sacar los puños a Coke con un lanzamiento de falta escorado pero potente.

Siguieron bregando los avilesinos, desplegando todas sus armas, con Quicala percutiendo por la derecha, Cayarga buscando socios en las inmediaciones del área y Raúl Rubio y Kevin probando fortuna desde la frontal. El primer cambio se resistió hasta casi el 75, entrando Eze por Granero justo cuando el Celta Fortuna utilizaba su segunda ventana e iba perdiendo presencia ofensiva.

El Avilés tuvo dos buenas opciones más, primero Santamaría definió con un disparo suave y centrado una jugada de tiralíneas nacida en la banda izquierda y poco después Guzmán encontró hueco en la banda opuesta actuando como extremo y obligó a estirarse al meta vigués con un disparo cruzado. Raúl Rubio cerró las hostilidades con un disparo que no creó excesivos problemas, poco antes de la “traca final”.

El Celta Fortuna, que había llegado a cuentagotas en la segunda parte, forzó un saque de esquina al borde del 90 del que sacó petróleo. La pelota acabó en el segundo palo, el asistente levantó la bandera señalando fuera de juego y el árbitro dio el visto bueno, pitando antes de que Óscar Marcos finalizase la jugada enviando el balón al fondo de la red.

El FVS entró igualmente en juego, desatando las iras locales, que se acrecentaron cuando el colegiado dio por bueno el gol. Entre expulsiones de miembros del banquillo local -Deus y Joaquín-, jugadores visitantes al suelo y desquicie general, no hubo tiempo para que el Avilés tuviera una última clara, ante un filial que manejó como un equipo veterano un tiempo añadido que el juez de la contienda fue ampliando sin saber muy bien cuánto y por qué.

La afición local se marchó orgullosa de los suyos pero con la amargura de irse con cero puntos en un partido en el que el Avilés mereció sumar. Segunda derrota consecutiva, por primera vez esta temporada, que deja a los blanquiazules en el sexto puesto, a uno del playoff y a cinco del descenso. El próximo domingo tendrán una buena ocasión para resarcirse en Barakaldo, ante un rival que se encuentra dos puntos por debajo.

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