El entrenador lavianés trabaja en el proyecto de La Liga con
el Gobierno Chino para potenciar el fútbol del país asiático. Se encuentra en su
domicilio a la espera de que le den el visto bueno para regresar.
Hace unos días contábamos la situación de
dos entrenadores asturianos como
Pablo Villar,
que se encontraba inmerso en una cuarentena en un hotel de China, y el
caso de Edgar
San Miguel, que espera volver en los próximos días y tendrá que someterse a
su tercera cuarentena. El tercer técnico asturiano que trabaja en el
país oriental es el lavianés Miguel Peláez.
Ingeniero industrial de profesión, jugó en
equipos como el Titánico en la década de los noventa. Con la última crisis fue
perdiendo volumen de trabajo y comenzó a hacer sus pinitos como entrenador en
las categorías inferiores del Alcava y Lada Langreo. Llegó un momento en el que
valoró salir a trabajar al extranjero como ingeniero y sopesó desplazarse a
Perú, Argelia... "pero finalmente pensé que de salir, prefería hacerlo como
entrenador, para luchar por mi sueño". Fue entonces cuando decidió inscribirse
en un proceso de selección de entrenadores españoles que quisieran trabajar en
China con el proyecto de LaLiga, tras el acuerdo del ente que dirige Javier
Tebas con el Ministerio de Educación chino, para colaborar en el desarrollo de
la asignatura obligatoria de fútbol en los centros educativos. Envió su
currículum y recibió varias llamadas y videollamadas para valorar su inglés,
hasta que fue citado en Madrid para una entrevista presencial, que superó antes
de unirse al proyecto.
Recibió unas sesiones formativas en LaLiga,
"donde nos dieron documentación, las pautas de comportamiento y la línea
metodológica para entrenar allí". Su primer contrato fue de diez meses y le
asignaron un centro educativo de Weinan, "en mi caso concreto, por mis
características, me adapté rápidamente y estoy encantado. No me sentí mal en
ningún momento, había trabajado en otros países como ingeniero, aunque nunca
había estado en un país como China. Con tranquilidad, paciencia y adaptación
pude desempeñar el trabajo perfectamente y me adapté socialmente muy bien".
Nada más bajar del avión en Xian le
recibió una comitiva, "yo solamente sabía decir hola en chino y hablábamos un
poco inglés. Me llevaron al centro educativo donde iba a trabajar y me hicieron
una recepción de bienvenida. Algo habitual en China". El contrato con LaLiga
incluye alojamiento y dietas, Miguel Peláez reside en un apartamento individual
y alternaba entre comer en casa, en un comedor educativo o otros restaurantes de
la zona. A nivel gastronómico "hay mucha diferencia de las comidas de un punto a
otro del país. A mí me gusta probar de todo, es una comida muy sana y variada.
En Xian predomina la fruta, verdura y carnes, y en zonas de costa como Tianjin
el pescado y mariscos, y en todos siempre hay un tono picante". En estos tres
años que lleva de experiencia, "la evolución ha sido positiva y muy
enriquecedora en todos los aspectos".
A nivel futbolístico se encontró "con
niños que oyen por primera vez hablar de fútbol y otros que tienen un nivel de ejecución bastante alto"
y destaca que "están muy ilusionados con el fútbol, son
muy disciplinados por su cultura y te tratan con mucho respeto, a pesar de las dificultades que puedas tener en el
idioma o el contraste".
El objetivo del proyecto de LaLiga en el
país chino es "crear jugadores inteligentes, independientes, que salgan de la
mecanización en los entrenamientos y partidos. Buscamos que piensen y se
relacionen con los valores de un equipo". Allí tratan de acercar el fútbol "al
mayor número de gente posible. Vamos a guarderías, escuelas, institutos,
universidades o a eventos que nos proponen". Los técnicos de LaLiga también
realizan formación a entrenadores y profesores de educación física, a los que
explican cómo funciona el fútbol español de forma teórica y también práctica con
masterclass, "tienen muchos recursos, instalaciones, personal, tiempo... y
nosotros les contamos como optimizarlo".
Peláez tuvo la oportunidad de dirigir a un
equipo juvenil en el torneo de la ciudad, "sirve para matar el gusanillo de la
competición y te hace disfrutar". Precisamente, una de las tareas pendientes del
fútbol chino es mejorar su sistema de competición, "tenemos entrenamientos
durante la semana, pero no hay una liga en el que se compita el fin de semana
como aquí. Hay que esperar al torneo de primavera o al de la ciudad, que son
torneos grandes, pero no hay una liga regular. Por eso tratamos de buscar en
alguna sesión un rival para jugar amistosos, aunque los responsables son reacios
para no mostrar sus cartas de cara a los torneos y tuve que buscar otro tipo de
rivales para tener un ciclo de competición".
De esta experiencia se queda con todo "en
el plano deportivo y cultural", pero si tiene que recordar un momento destaca
"la cara de satisfacción de los niños en una guardería cuando ven el balón por
primera vez". Una de las cosas "que me chocó al principio es que los lunes se
hace la ceremonia de izado de bandera a las 7 de la mañana en los centros educativos, allí es
algo habitual".
A nivel de instalaciones "entrené y dirigí
partidos en grandes estadios. Allí todos los centros educativos tienen un
campo de fútbol grande y pista de atletismo alrededor. China no escatima en medios, las
instalaciones son muy buenas, tienen material y apuestan por el talento
extranjero de entrenadores para asesorarse".
No le sobran horas del día, además de las
clases de por la mañana y lo que pueda surgir por la tarde, "hay que incorporar
el trabajo realizado a la base de datos y preparar el día siguiente. Tenemos mucho trabajo de campo y de
oficina". Su tiempo de ocio lo dedica a "hacer deporte y a hacer vida social con
otros profesores, tanto chinos como extranjeros". También aprovecha para quedar
con otros entrenadores o españoles que trabajen de la zona para tomar algo por
la ciudad, en la que se realiza una vida similar a la occidental, "puedes ir al
cine, a comer fuera, pasear, hacer deporte...".
Su futuro pasa por regresar a Tianjín, una
ciudad de 100 kilómetros de largo que está dividida en distritos. Es una
localidad costera, que se encuentra cerca de la capital del país. Peláez apunta
que la vida en grandes ciudades chinas "tiene muchas similitudes con el mundo
occidental, la mayor diferencia es con gente de la zona rural, aunque son
pueblos que pueden tener millones de habitantes".
El lavianés, de 45 años, regresó a España
el pasado 1 de enero y estando aquí fue cuando comenzó la crisis del Coronavirus.
El 1 de marzo empezaba su contrato y está pendiente de incorporarse a su nuevo
destino en Jinnan - Tianjing, seguirá en la misma ciudad, pero ahora trabajará con
alumnos más jóvenes. Será el head coach de una junior school, donde trabajará
con jóvenes de 8 a 15 años, después de trabajar con cadetes y juveniles hasta la
fecha.