José
Ángel García "Piñera" disputa su tercera temporada en La Caridad, de Primera
Regional, y cumplirá a finales de junio 50 años.
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Piñera en Santa Bárbara con el Real Tapia, temporada
2013-14.
Piñera y
Rubén Toyos cumplirán
cincuenta años próximamente y esperan hacerlo defendiendo las
porterías de La Caridad y el Santiago de Aller, a pesar de la incertidumbre
sanitaria que impide la reanudación de la liga. Ambos son un ejemplo como
deportistas para los más jóvenes, por su dedicación, sacrificio y dilatada
trayectoria a nivel regional.
José Ángel García
Fernández nació en Piñera (Navia). Su localidad natal dio pie a su nombre
futbolístico. Comenzó a los nueve años en el Andés, el club de su vida, donde
estuvo hasta que cumplió 43 años. Entonces no llegó a un acuerdo para su
renovación y recaló en el Real Tapia, donde jugó cuatro temporadas, y las tres
últimas con La Caridad en Primera Regional.
Piñera trabaja en el
almacén de Campoastur, una cooperativa con sede en Otur que se dedica a la
alimentación y al suministro agrícola, "en los últimos días aumentó la venta y
hay mucho ajetreo", ante el aluvión de compras por el coronavirus.
"Seguir
jugando me hace rejuvenecer y sentirme vivo"
Esta temporada tiene
complicado conseguir el objetivo de la permanencia con La Caridad, que se
encuentra a diez puntos de la salvación, a falta de seis jornadas. Piñera es
consciente de que "hay vida, pero está muy complicado. Tuvimos unos partidos
ante rivales directos en los que no dimos la talla y ahora está muy difícil". A
pesar de los resultados va a entrenar con ilusión todos los días y "formar parte
de un vestuario donde la mayoría tienen veinte años, y que te integren como uno
más, te hace sentirte bien", apunta el cancerbero, que también se ejercita con
los veteranos del Luarca.
A sus 49 años sigue
jugando al fútbol por "sentirme vivo. Poder seguir yendo a entrenar con un grupo
de chavales te hace rejuvenecer". Piñera no tiene en mente colgar los guantes,
"soy como el Cholo, voy partido a partido. No puedo pensar más allá porque temo
a las lesiones y sé que una mala caída podría significar el fin".
"No
pienso en cuándo lo dejaré, voy partido a partido"
Piñera reconoce que el
pasado verano "estuve a punto de dejarlo, pero como el equipo aguantó la categoría...
Esto depende de muchos
factores".
Se ejercita al mismo
nivel que el equipo, aunque haciendo portería "hay ejercicios de los que antes
hacía quince repeticiones y ahora con diez me llega. Con los años se pierde algo
de agilidad y rapidez", afirma. El naviego recuerda que "con 25-30 entrenaba a
muerte y esa noche me iba cansado, pero al día siguiente estaba nuevo, ahora si
haces mucho físico lo acusas al día siguiente, lo que más se nota con el paso de
los años es el tiempo de recuperación".
"Con los
años, lo que más se acusa es el tiempo de recuperación"
En
estos cuarenta años jugando al fútbol ha visto cambiar normas, estilos de
juego... "se mejoraron muchas cosas y se empeoró alguna. Veo que a la gente
joven le gusta jugar al fútbol, pero no le gusta lo que significa el fútbol:
entrenar, sacrificio... se está perdiendo esto, hay de todo, pero en general
tengo esa percepción, y no lo digo por mis compañeros", apunta. Piñera recuerda
que "antes la gente trabajaba
pero no se querían perder un entrenamiento ni locos, iban hasta lesionados".
Su
salto al primer equipo del Andés "fue la hostia, aunque estuvieran en Primera
Regional", y traslada aquel momento a la actualidad, "había partidos que
jugábamos en la zona de oriente que salíamos a las ocho de la mañana en autocar
y llegábamos a las doce de la noche. Yo iba encantado y con ilusión, pero si eso
pasa ahora el 80% se borran".
"En general, a los jóvenes les gusta jugar al
fútbol, pero no les gusta entrenar y sacrificarse"
De
las mejoras en estos años se queda con que "cualquier equipo tiene entrenador de
porteros, fisio... también hay más y mejores balones". Los campos también han
mejorado, "aunque en el Occidente no es que haya muchos, pero en ese aspecto se
mejoró bastante. En Andés entrenábamos en un prao donde el equipo visitante
aparcaba el autocar el domingo".
Su
salida del Andés le marcó, "pensé que me iba a retirar allí. Luego estuve cuatro
años en Tapia que fueron muy difíciles, no había nada, aquello era un solar,
bajamos dos categorías, tuve lesiones... pero de todo se aprende y siempre trato
de sacar lo positivo. Ahora llevo tres años en La Caridad, los dos primeros
conseguimos salvar la categoría, pero ahora está la cosa muy difícil. Yo no me
desanimo y miro otras cosas, veo que puedo seguir entrenando y otros de mi edad
o más jóvenes no pueden por lesiones".
"Lo ocurrido en el Pumarín-Luarca tenía que darnos
vergüenza ajena"
Piñera tiene claro que no será entrenador, "es una cosa que nunca me
llamó, me gusta ver a los guajes entrenar, pero es complicado para mi manera de
ser. Estoy acostumbrado a entrenar y cumplir. En categorías
inferiores se ven cosas que no sé si podría aguantar. Los entrenadores muchas
veces tienen que hacerse los tontos, o se quedan sin equipo". A su compañero de
La Caridad, Marcelo Lanza, "me gusta darle consejos si me los pide, pero tampoco
me gusta ir de sabelotodo. Trato de transmitirle tranquilidad".
Otra
de las cosas que no le gusta del fútbol a Piñera son sucesos como los que
ocurrieron hace un par de semanas en el Pumarín-Luarca, "son cosas que me hacen
pensar a veces que el fútbol no va conmigo. En los tiempos que estamos tenía que
darnos vergüenza ajena esos comportamientos".
"Luisma era
un portero tipo Buyo o Arconada"
Guarda buen recuerdo de
sus compañeros, "coincidí con unos cuantos y todos fueron buenos porteros, cada
uno con sus características". Piñera destaca a su primer compañero en el primer
equipo del Andés, Luisma, de Puerto Vega, que dejó el fútbol muy temprano, "era
un portero tipo Buyo, Arconada... de los de con los pies solo sacaban de volea,
pero de paradas imposibles bajo los palos".
Como rival "me enfrenté
a grandes porteros. Jugué contra Noguerol, Dani Barrio, Javi Porrón, Yayo,
Guillermo... y seguro que me olvido de unos cuantos".
"En el
primer ascenso a Tercera con el Andés vi llorar a gente que no llora ni en los
entierros"
No tiene dudas en
reconocer que el Andés, por todo lo que vivió allí, es el equipo de mi vida,
"vuelvo a jugar allí y nunca me reprocharon porque marché, incluso me dicen que
no tenía que haberme ido, pero son cosas de la vida que cuadran así". Piñera
recuerda como creció el Andés gracias a la cantera, "formamos un grupo con
chavales de la zona y pasamos de ser un equipo de Primera Regional a
consolidarnos en Preferente".
Lo que nunca olvidará
fue el primer ascenso del club azulgrana a Tercera División, con Cabanas como
entrenador y Raúl como ayudante, en mayo de 1997, "ese día vi a gente dura, de
los que no lloran ni en un entierro, cogiéndonos y dándonos las gracias por el
ascenso. Ese sentimiento me sobrecogió. La gente de Andés quiere al equipo y ese
día vi cosas que nunca pensé que pudieran suceder. En un equipo grande tiene que
ser la hostia".
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Piñera en Villarea, en un Valdesoto - Andés.