Accidente, traspiés, concatenación de errores, carga física, situaciones de fútbol…pueden buscar la explicación que más le encaje, pero es cierto que es difícil de creer lo que sucedió esta noche. David Gallego achacó la derrota a un bofetón anímico, que dejó a su equipo noqueado tras el paso por los vestuarios. Complicado encontrar una respuesta a algo que ni el más optimista de los locales, podría imaginar.

David Gallego introdujo a Pablo García en lugar de Saúl, y mantuvo el resto de la alineación. El técnico, que descartó que el resultado fuera motivado por la falta de rotaciones, indicó al final que en ningún momento su equipo estuvo cómodo, pero por lo visto en el campo sí que parece que hubo dos partes bien diferencias. Si bien es cierto, que los rojiblancos no despacharon los mejores primeros 45 minutos del curso, sí que se vio un equipo dominador, sin pasar apuros y con la suficiente mordiente para golpear a su rival. Como sucedió doblemente. Primero con un pase magistral de Manu García sobre Djurdjevic, y después con otro soberbio envío de Gragera sobre el serbio. En ambas ocasiones acabó en gol. Desde el punto de penalti el 1-0 y de disparo cruzado, VAR mediante, el 2-0.

Nadie podía imaginar lo que pasaría en la segunda mitad. Todo el trabajo de la primera mitad lo echaron por la borda en 11 minutos. Avisó primero Clemente, con un chut que despejó Mariño a córner. En dicho saque de esquina, Rober aprovechó un balón suelto para firmar el 1-2. El ex del Betis pondría nuevamente las tablas en el marcador, tras aprovechar un gran pase de Kirian, ganar la espalda a la defensa y marcar de disparo cruzado. Ver para creer. El Sporting no compareció en la reanudación y en un abrir de cerrar y ojos se vio con el 2-2 en el marcador.

Con un partido nuevo y muchos minutos por delante, el Sporting no fue capaz de volver a imponer su fútbol y recuperar el control que tuvo en la primera mitad. Los cambios no ayudaron tampoco a ello y únicamente en un disparo de Gaspar, que se marchó a córner, se intuyó el equipo que encandiló en grandes fases de los partidos. Como si de una pesadilla se tratase, faltaba la traca final, que llegaría en las postrimerías del choque. Javi Fuego no acabó a decidirse o fue incapaz de derribar a Clau Mendes, con el riesgo de irse a la calle, y el delantero canario tras resbalarse, consiguió asistir desde el suelo a Edu Espiau, que batió a Mariño para culminar una segunda mitad horrorosa.

Frenazo en seco para el conjunto gijonés, que tendrá que lamerse pronto las heridas porque el próximo jueves recibirá al Albacete a las 21:30h. La juventud y el desarrollo de un equipo también necesitan de traspiés, para aprender la lección, levantarse y ser mejores. Que así sea.