Por primera vez en su historia, el conjunto avilesino no
jugó como anfitrión en el Estadio Juan Muro de Zaro.
En las próximas líneas trataremos de interpretar un
ejercicio de prestidigitación que ya quisieran para
sí Harry Houdini, David Copperfield o Juan Tamariz.
Sí, vamos con el más difícil todavía, mezclar los
términos “Real Avilés” y “Fútbol”, algo impensable
en los tiempos que corren y no precisamente porque
aquí tenga algo que ver el coronavirus disease.
Este domingo, el Real Avilés fusionado jugó
por primera vez en su historia como visitante en el
Juan Muro de Zaro. Para ser exactos, la
circunstancia acontece en el partido oficial número
191 que disputa en el estadio de Llaranes, el
primero de los cuales tuvo lugar el 14 de septiembre
de 1983, día que se enfrentaba al Real Oviedo en
eliminatoria de Copa del Rey. Ese primer precedente
estuvo marcado por lo circunstancial, pues se
decidía llevar la ida de aquella eliminatoria copera
a última hora de la tarde y, por entonces, el Román
Suárez Puerta carecía de instalación eléctrica.
Por la misma circunstancia, curiosamente, comenzó el
Real Avilés Industrial a ejercer como anfitrión, ya
de forma regular, en el estadio ribereño –vamos a
concederle al río Arlós la consideración de cauce
fluvial–. El hecho coincidía con el estreno en
Segunda División, en 1990, hace ahora 30 años. El
por entonces alcalde socialista, Santiago Rodríguez
Vega, en plena celebración por el ascenso y,
prácticamente desde el mismísimo balcón
consistorial, proclamaba la provisionalidad del
traslado, apuntando que “el proyecto de Las Meanas,
por encima de intereses políticos, económicos o
periodísticos, saldrá adelante”. Nada más lejos de
la realidad porque, aunque salir, salió, la
“provisionalidad” se terminó después de una
larguísimo período, cuando Rodríguez Vega ya no
estaba al mando de la alcaldía.
En coincidencia con la última década de los 90, el
aficionado del Real Avilés Industrial asistió al
Juan Muro de Zaro durante 9 temporadas y media, a
las que se añaden tres puntuales y ruborizantes
momentos. El primero, durante la Copa Federación del
verano de 2009, a causa de los destrozos que el
césped del Suárez Puerta sufría tras un concierto de
la banda de rock La Fuga, por entonces de gira con
un recopilatorio de nombre “apropiado” para la
ocasión: Asuntos Pendientes. El segundo, en la
temporada siguiente, 2010-2011, tanto en Copa
Federación como en dos partidos de Liga, cuando la
instalación de Las Meanas padecía la gestión de un
club tan a la deriva que hasta la suministradora le
cortaba el agua calefactada. Y el tercero, en el
arranque del ejercicio 2011-2012, en este caso por
la sobras de acondicionamiento del Suárez Puerta,
recién desembarcado el primer inquilino de la SAD,
Golplus.
Añadiendo la singular comparecencia del pasado
domingo, El Real Avilés, con y sin el añadido
“Industrial” en su denominación, disputó 191
partidos oficiales en el Muro de Zaro, con
intervención de 189 jugadores (57 nacidos en Avilés,
72 en el resto de Asturias, 45 en el resto de España
y 15 en el extranjero). El gran protagonista es
Joaquín Alonso, que encabeza tanto el ranking de
partidos (148, el 77% de los posibles) como el de
goles, 57, la quinta parte de los 289 anotados por
el equipo, desde el primero, obra de Luis Castro
(diana al Rayo Vallecano, el 16 de septiembre de
1990, en la portería del fondo norte) hasta el
último, el de Natalio Lorenzo del pasado
domingo, en la del fondo sur, la más cercana al
túnel de vestuarios.
En el apartado de guardametas, el hospitalense
Santi Calvo es, con mucha diferencia, el que más
veces salvaguardó las porterías del Muro de Zaro,
71, el triple que su inmediato seguidor, Esteban
Andrés, al que le bastó la recordada temporada
1995-1996 para dar el salto al profesionalismo.
En el último apartado individual, el de los
entrenadores, son 13 los que se reparten los 191
partidos, el 65% de los cuales quedaron en manos de
José Luis Quirós, Vicente González-Villamil y
Raúl González.
El balance de resultados es muy favorable, con 85
victorias, 60 empates y 46 derrotas. El Muro de Zaro
entrañaba una especial dificultad para los equipos
andaluces, ninguno de los cuales logró ganar en sus
7 visitas; para los castellano-leoneses, que sólo
ganaron dos (Salamanca y Ponferradina) de sus 17
partidos; o para los vascos, que, en 15 presencias,
sólo salieron airosos un par de veces (Durango y
Lemona), con cierta paradoja en el caso de estos
últimos, que fueron a llevarse los puntos en la
mejor temporada de los avilesinos en Llaranes,
1995-1996. También resulta llamativo comprobar cómo
ninguno de los rivales con mayor poder de
convocatoria, como Deportivo La Coruña (récord de
entrada, con 6.000 espectadores y una recaudación de
casi 40.000 euros, unos 6 millones de pesetas, de
las de 1991), Celta, Málaga o Betis fue capaz de
ganar en el Muro. En cuanto a la procedencia de los
visitantes, todas las comunidades autónomas se
vieron representadas, excepto la de Aragón, además
de ciudades de Ceuta y Melilla.
El puntual regreso al antiguo Santa Bárbara nos
sirvió, por unos momentos, para recordar que el Real
Avilés también jugó alguna vez en campos de fútbol.
Sin duda, el recorrido por el Román Suárez Puerta,
que hace unas semanas cumplía 77 años, y por el de
los otros 228 escenarios que visitó oficialmente,
daría para mucho más.