Cada día es más evidente que hay dos Club Marino de
Luanco. Por un lado está el que se proyecta
deportiva y de manera mediática. Brillante en sus
logros, equipo de Segunda B y a dos días de celebrar
la final autonómica de Copa Federación.
Pero hay otro Marino, el que padece en su día a día
las infraestructuras viejas, deficientes y hasta
peligrosas en sus instalaciones. Ese apartado afecta
directamente a los vestuarios de Miramar y más aún a
tres espacios o dependencias anexas.
Ahí es donde están la lavadora y la secadora
industriales, la ropa de jugar y de entrenar, las
botas y los balones. La vejez de la instalación y
unas filtraciones de agua que se repiten siempre que
llueve en abundancia, provocan lo que se encontró
José Hinojosa, cuando iba a preparar el ajuar para
el entrenamiento, en esta mañana de viernes.
Es algo que no solo provoca molestias ya que también
encierra riegos en registros eléctricos, enchufes,
interruptores y máquinas de lavado y secado. Desde
el club siempre se ha reclamado un estudio y un
posterior arreglo para evitar estos daños, cada vez
mayores.
El presidente Luis Gallego comentó que:”Encontrarse
una inundación así, es deprimente y dan ganas de
llorar”. Esta es la otra cara, la que no se ve
habitualmente, la tercermundista para un equipo que
puede presumir de sus logros deportivos, pero no de
sus instalaciones.
En lo deportivo, el Marino afrontará este domingo
ante el Caudal la final de la Copa Federación. Oli
Álvarez organizó el entrenamiento de este viernes,
dividiendo a los futbolistas en tres grupos. Algunos
trabajaron con el preparador físico Nacho López,
otros estuvieron con el fisioterapeuta Diego Artime
y unos pocos descansaron.