Tras lo visto en las dos temporadas anteriores,
nadie podría imaginarse que el Real Avilés de
quien ostenta la propiedad desde hace casi 23
años seguiría batiendo records negativos
históricos. Lo de convertirle, además de otras
lindezas, en el peor club de España en lo
referente al ratio entre número de socios y
habitantes a los que representa, un nuevo hito
se desencadenó este domingo con la derrota ante
el Navarro.
Es la primera vez en la
historia (incluyendo la preshistoria finiquitada
con la fusión de 1983) que el principal
representante futbolístico de Avilés es COLISTA
EN EL CUARTO NIVEL del fútbol español.
Para encontrar al anterior Real Avilés portador
del farolillo rojo, hay que echar la vista más
de 15 años atrás, exactamente el 16 de mayo de
2004, cuando el mismo máximo accionista
confirmaba al equipo en el último lugar del
Grupo 1 de Segunda B, durante uno de sus más
sonrojantes episodios de incumplimientos
salariales.
Para tratar de buscar explicaciones a la
situación del equipo, la semana va a ser pródiga
en comentarios relacionados con los nuevos
gestores, el director deportivo, el entrenador,
los jugadores, que si la táctica, que si la
condición física, que si no hay gol, que si la
ansiedad, es decir, lo de siempre. Hablar y
escribir de todo eso, convertido hace mucho
tiempo en algo secundario, sólo sirve para
desviar la atención sobre el verdadero problema.
José María Tejero del Río,
máximo accionista y presidente del Real Avilés
S.A.D.
Con el paso de los años, sin presión mediática y
sin las drásticas medidas que el Ayuntamiento,
como máximo acreedor de la SAD, podría haber
tomado, por ejemplo, para tratar de cambiar de
manos el principal paquete accionarial, el
habitual papel que ha ido desempeñando la
propiedad es el de desprestigiar al club y, por
extensión, a la ciudad, causando un efecto
diametralmente opuesto al que, se supone, los
gobernantes municipales tratan de lograr en
todos y cada uno de los sectores
socioeconómicos que gestiona un Ayuntamiento. Ante tal panorama, no deja de
ser sorprendente la pasividad de los agentes
sociales, comenzando por el Gobierno del
Ayuntamiento, cuya indolencia causa indignación
(silenciosa, eso sí) en las calles avilesinas.
Ya puestos, ni que decir tiene que hasta la otra
pata en la que se sostiene la SAD, es decir, la
Escuela de Fútbol, también pasa por momentos de
gestión vergonzantes, como los que están
salpicando al escalafón prebenjamín. El equipo
de Segunda Categoría salió a competir en sus dos
primeros partidos de liga con cuatro jugadores,
uno menos de lo habitual, lo que dio pie a dos
goleadas ante el Victoria (30-0) y San Fernando
(2-20). Pero lo peor de todo no son los
resultados en sí, si no el daño que pueden hacer
a la autoestima de los niños, además del
sobreesfuerzo físico que supone para jugadores
de 6-7 años. Paralelamente,
esos mismos responsables, sin ruborizarse, son
los que cargan las culpas a los equipos rivales.
La pregunta se cierne por enésima vez sobre la
propiedad y sobre su principal acreedor, el
Ayuntamiento: ¿hasta cuándo?