El propietario de IQ Finanzas y gestor del club a través
de Real Avilés Gestión Deportiva S.L. considera nulo de
todo derecho lo expuesto en la rueda de prensa de esta
tarde.

Cada
día en el Real Avilés hay un nuevo capítulo, y no por
ello menos espectacular. En la mañana de hoy se vivió
uno de los momentos más surrealistas de la historia del
fútbol asturiano, y podríamos aventurarnos a decir que
del fútbol en general.
Tejero, propietario y presidente del
Real Avilés, contrató a dos vigilantes de seguridad,
supervisados por su hijo David Tejero, para impedir la
entrada a las instalaciones municipales de Santo Domingo
a los empleados de Real Avilés Gestión Deportiva, José
Luis Tamargo y Luis Puebla, que llamaron a la Policía
Nacional y tomaron los datos identificativos de los
empleados de la empresa de seguridad.
Posteriormente llegó Blas García, que
tuvo problemas para entrar y en el vestuario de
entrenadores se encontró con Iván Palacios. La plantilla
se disponía a entrenar, cuando un vigilante de seguridad
impidió a Blas García salir al campo de entrenamiento,
por lo que optó por suspender la sesión. Una situación
que no quiso forzar el técnico sotobarquense, puesto que
no estaba autorizada la presencia de vigilancia privada
en las instalaciones municipales del Ayuntamiento de
Avilés.

Los capitanes se reunieron con el
director deportivo nombrado por la propiedad en el día
de ayer, Alan Menéndez, y la plantilla se reunirá en la
oficina de Tamargo para aclarar lo sucedido. Iván
Palacios se marchó de las instalaciones sin poder
realizar el entrenamiento inicialmente previsto. Los
capitanes desestimaron realizar declaraciones.
A día de hoy, el Real Avilés sigue
sin haber tramitado ninguna ficha y este desencuentro
entre las partes hace peligrar el futuro próximo del
club. Los mayores perjudicados, junto a los
protagonistas, los aficionados, posiblemente, más
maltratados de España. Mientras tanto, el Ayuntamiento
de Avilés se mantiene al margen de lo que ocurre en el
equipo representativo de su ciudad y la justicia marcha
con la demora habitual.

