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Todo sobre el U.E. Olot

Jueves 18 de Mayo de 2017
Jordi Mestres
Fotos: Àngel Galarreta - ceeuropa.cat / Isaac Planella - UE Olot
Olot

El Olot intenta también regresar en un año a Segunda B. Los catalanes apuestan por un fútbol combinativo y ofensivo. El ex-oviedista Héctor Simón es el 'cerebro' del equipo.

El fútbol gerundense sigue de dulce y tratará de incorporar otro equipo más al grupo III de Segunda B donde se encuentra el Llagostera. Olot es una localidad de poco más de 30.000 habitantes, situada en el interior de la provincia de Gerona, a 36 kilómetros de la capital y a 92 de Barcelona. Olot es la capital de la comarca de La Garrotxa, con paisajes naturales como el Parque Natural de la Zona Volcánica. La agricultura y la gastronomía son otro de los puntos fuertes de esta localidad catalana.

Olot es un oasis en el desierto del fútbol territorial catalán. Un lugar idílico, alejado de los males que han arruinado a los modestos. Sea en Segunda B o en Tercera, futbolistas y entrenadores siempre ven con buenos ojos este club. Por varias razones, unas más tangibles y otras no tanto. Ante todo, se trata de una entidad seria, con un proyecto consolidado y unas ideas claras dentro y fuera del terreno de juego.

Económicamente fuerte, se trata de una SAD desde hace un par de años presidida por Joan Agustí, empresario de la comarca de la Garrotxa. Un presidente con experiencia e identificado con el club. Ese rasgo, precisamente, es una de los más destacables del Olot. Es un club que cuida los detalles y tiene jugadores como Abel Solé -más de 400 partidos en el club-, Roger Vidal o Uri Santos que son un patrimonio futbolístico, pero también humano. Todos ellos, junto a la actual directiva, ya saben que es subir a Segunda B. Lo lograron en 2013, después de caer en la eliminatoria de campeones contra el Elche Ilicitano, tras eliminar al Mairena y la Arandina.

Aquel equipo y el actual tienen características en común. En primer lugar, el estilo. Imperturbable en Tercera y en los tres años de bronce hasta el descenso del pasado verano. Al Olot le importa el qué, pero también el cómo. De este modo ha llegado a Segunda B, ha bajado a Tercera y ha aspirado a volver. Jugando, siendo protagonista y priorizando siempre meter un gol más que el rival. Carlos Martínez, actual delantero del Villarreal B, fue el héroe del último ascenso con 31 goles. Marc Mas, su digno sucesor, acumula 30 a falta de disputar el play-off. Olot, tierra de goleadores, quedó huérfana de ‘pichichis’ con la marcha de Carlos y ese fue uno de los detonantes del descenso a Tercera.

Con un estilo tan particular, los entrenadores también lo han sido. Se ha priorizado gente menos consolidada, pero que encajaba más en lo que se buscaba como Rodri, Arnau Sala o Santi Castillejo. Entrenadores que preferían atacar que defender. Algo ha cambiado este año, lo cual también era necesario. Se apostó por Ramón Calderé, un histórico, y con él se ha logrado el título de liga con récord de puntuación. Séptimo campeonato en Tercera para el ex jugador del Barcelona, que ha sacado provecho a una plantilla marcada, sobretodo, por el talento.

Siempre con dos delanteros, que normalmente son Marc Mas (30 goles) y Sergio Álvarez (14) con Héctor Simón llevando la manija y con alas rápidas como Dembo o Eric Vilanova. Este es el Olot, con sus virtudes y sus defectos, pero un equipo reconocible. Y con un poder escaso en el futbol catalán, como una masa social fuerte. Más de mil espectadores de media llenan cada dos semanas un Municipal que solo ha visto una derrota en liga (2-3 contra el Sant Andreu). Todos ellos desean que ‘su’ Olot siga dándoles alegrías, como es costumbre en la última década.


 

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