El
presidente de la RFFPA,
Maximino Martínez,
escribe una columna de
opinión dedicada al
Secretario de Estado
para el Deporte, Miguel
Cardenal.
Bajo el título
“Orgullosos del Barça”,
el pasado 3 de marzo el
Presidente del Consejo
Superior de Deportes,
Miguel Cardenal,
publicaba un artículo de
opinión en el diario El
País.
El escrito del Sr.
Cardenal hilaba una
serie de argumentos en
defensa del F.C.
Barcelona y de sus
dirigentes, cuya
actuación en el
denominado “caso Neymar”
está bajo investigación
por orden de uno de
nuestros jueces.
No seré yo quien ponga
en duda el activo que
representa el F.C.
Barcelona para la “Marca
España”, su apuesta
decidida por la cantera,
el respeto por la
igualdad que acredita, o
su contribución a las
arcas públicas mediante
el cumplimiento de sus
obligaciones
tributarias. Argumentos,
todos ellos, defendidos
con vehemencia por
nuestro Secretario de
Estado.
Lamento, sin embargo,
que Miguel Cardenal se
signifique de nuevo -y
esto ya se está
convirtiendo en
habitual- en utilizar el
eco mediático de su
cargo para defender
únicamente los intereses
del deporte profesional,
al que, efectivamente,
debemos muchas de las
mayores alegrías de las
que hemos disfrutado los
últimos años.
Me rebela, sin embargo,
y como él manifiesta
repetidamente, la
desmesura de la
Secretaría de Estado
para el Deporte, que
lleva años ignorando al
deporte aficionado y,
muy particularmente, al
fútbol base. De ahí que
haya encabezado este
artículo, añadiendo el
calificativo de “profesional”
al cargo de Secretario
de Estado para el
Deporte que ocupa Miguel
Cardenal.
El último y, por
desgracia, desafortunado
ejemplo de este ninguneo
al deporte base, es el
reciente proyecto de
modificación de la Ley
del Deporte para la
inclusión de la
“Licencia Deportiva
Única”, sin que se haya
tenido en cuenta la
opinión contraria de la
práctica totalidad de
las Federaciones
Territoriales de España,
y que tendrá
consecuencias muy
negativas para el futuro
del deporte autonómico y
español, caso de
aprobarse.
Me pronuncio con esta
rotundidad porque he
sufrido el olvido y la
desatención de Miguel
Cardenal en mis propias
carnes. Porque mientras
que el fútbol base
agoniza, aunque no nos
guste tener que
escucharlo, los poderes
públicos con el máximo
responsable político del
deporte en España a la
cabeza, no hacen nada
por evitarlo.
Y no olvidemos que de
ese fútbol base han
salido los Iniesta,
Xavi, Puyol, Valdés y
Cesc, reconocidos en su
artículo por Miguel
Cardenal, pero también
muchos otros, formando
parte de una generación
única de futbolistas,
que nos han hecho
Campeones de Europa y
Campeones del Mundo.
Ese fútbol base es el
mismo que cada vez se
encuentra más carente de
ayudas y subvenciones
públicas, que se ve
azotado por la crisis
económica que afecta a
sus patrocinadores, y
está sitiado por la
anárquica e irracional
oferta televisiva de
partidos auspiciada por
la Liga de Fútbol
Profesional con la
complicidad de Miguel
Cardenal.
Estimado lector, las
cifras son casi siempre
testarudas y
elocuentes:
-
En España solamente
hay unas 1.700
licencias de
futbolistas
profesionales frente
a 781.000 de
futbolistas
aficionados.
-
Un estudio elaborado
en el año 2012 por
la Real Federación
de Fútbol del
Principado de
Asturias concluye
que el impacto
económico que genera
el llamado fútbol
base es enorme: más
de 1.000 millones de
euros anualmente.
-
Pónganse a pensar lo
que puede llegar a
mover esta
maquinaria que
produce anualmente
678.000 partidos de
fútbol y 6.200.000
sesiones de
entrenamiento,
gracias al trabajo
altruista y
desinteresado de los
más de 220.000
directivos del
fútbol base:
material y
equipamiento
deportivo,
desplazamientos,
manutención y
alojamientos,
cobertura médica y
farmacológica, obras
y mantenimiento de
instalaciones,...
Todas estas magnitudes,
más otros factores
cualitativos no menos
importantes (función
educativa, contribución
a la salud pública,
oferta lúdica juvenil,
etc.) se detallan en el
estudio al que hacía
mención anteriormente, y
que bajo el título “Influencia
Deportiva, Económica y
Social del Fútbol Base”,
elaboró esta Federación
que me honro en
presidir.
En mayo de 2012 tuve la
oportunidad de
presentarle el estudio a
Miguel Cardenal y de
entregarle una copia
para su revisión. Acudí,
confiado, a la sede del
Consejo Superior de
Deporte buscando ayuda y
comprensión para la
delicada situación del
fútbol aficionado en
España. Lamentablemente,
a día de hoy, aún sigo
esperando alguna
reacción de Miguel
Cardenal al escenario
preocupante y delicado
que el informe
describe.
Por todo ello, observo
con sorpresa y desazón
la inusitada rapidez con
la que el Secretario de
Estado para el Deporte
sale de nuevo a la
palestra en defensa del
deporte profesional.
El ruido mediático de su
artículo de opinión ha
sido evidente y las
reacciones no se han
hecho esperar desde
diversos frentes. Por
contra, y sin tanto eco,
el fútbol base sigue
degradándose día a día.
Los efectos de su
degeneración tardarán
más años en observarse,
pero saldrán a la luz y
con mucha fuerza.
¿Saben cómo? ¿Saben
cuándo?
En el mismo momento, no
inmediato pero tampoco
muy lejano, en el que ya
no lleguen desde abajo
al fútbol profesional
deportistas únicos como
Iniesta, Xavi, Puyol,
Valdés o Cesc, que
puedan contribuir a
seguir manteniendo el
indiscutible liderazgo
mundial que hoy ostenta
el fútbol español. No
nos engañemos, si no hay
fútbol base, en pocos
años no existirá el
fútbol profesional tal y
como lo conocemos.
Cuando esto ocurra
Miguel Cardenal ya no
podrá citar tan solo a
futbolistas “superclase”
en otro artículo de
opinión y entonces
tendremos dos problemas:
Uno menor: no
“disfrutar” de nuevo de
la embriagadora prosa de
Miguel Cardenal en un
artículo de opinión y
otro, muy complejo y
quizás irresoluble: el
enorme paso atrás que
habrá dado nuestro
fútbol.