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El Real Oviedo nace el 26 de marzo de 1926, fecha en la que se firma su acta fundacional, como producto de la fusión de los dos principales equipos de la ciudad de Oviedo, como eran el Real Stadium Club Ovetense y el Real Club Deportivo Ovetense, los que más repercusión habían alcanzado de entre la multitud de formaciones  que paulatinamente habían surgido en la capital del Principado desde que en los albores del siglo XX jóvenes de las clases pudientes hubiesen comenzado a practicar el foot-ball tras su regreso desde diversos puntos de las islas Británicas, donde lo habían conocido mientras cursaban estudios (en 1903 ya existía un equipo que competía bajo la denominación de Oviedo Foot-ball Club).

La inminente creación de un Campeonato Nacional de Liga que sirviese para que los conjuntos de todo el país midiesen sus fuerzas en un torneo que respondiese a la importancia que estaba adquiriendo el fútbol, fue el principal motivo para que ambos equipos uniesen sus fuerzas, buscando una formación competitiva que por separado parecía muy difícil conseguir.

El nuevo club, presidido desde el primer día por Carlos Tartiere y que lucía camisetas de color azul, quedó encuadrado en la categoría de 2.ª División al dar comienzo la Liga en la temporada 1928/29, siendo no obstante el objetivo desde el primer momento alcanzar la 1.ª División, lo que se lograría en la temporada 1932/33 tras derrotar por 5-1 en el encuentro decisivo al At. Madrid en el que era nuevo flamante estadio de los oviedistas: Buenavista, inaugurado en abril de 1932 con el enfrentamiento entre las selecciones de España y Yugoslavia (2-1 fue el resultado anotando el oviedista y debutante aquel día Lángara el primer gol). Contaba con un hito arquitectónico para la época como era su llamativa tribuna de 100 m. de longitud con una cubierta sostenida sin el apoyo de ninguna columna que obstaculizase la visibilidad, obra pionera en su género a nivel mundial.

Si bien ya habían defendido su camiseta y las de sus equipos precursores, jugadores de fama como el legendario guardameta Óscar Álvarez o el delantero internacional José Luis Zabala, con el ascenso a la división de honor iban a lucir sus colores algunos de los futbolistas que estaban entre lo más granado del balompié hispano. Los Lángara, Herrerita, Emilín y otros llevarían al conjunto azul a posicionarse entre los mejores, destacando sobremanera por su gran efectividad sus líneas atacantes bautizadas como “delanteras eléctricas”, firmando clasificaciones brillantes (dos terceros puestos) que presagiaban la llegada de títulos cuando estalló la Guerra Civil, rompiendo de cuajo las expectativas.

Con la reanudación de las competiciones tras el conflicto bélico, al equipo oviedista se le concedió una dispensa especial (medida sin precedentes en nuestro fútbol) para no competir en la temporada 1939/40 y reincorporarse a la siguiente, debido el estado de ruina que presentaba su estadio por los bombardeos sufridos. Los futbolistas que seguían bajo su disciplina fueron cedidos a otros conjuntos, retornando de cara a la temporada 1940/41.

Destrozado aquel gran equipo por las secuelas de la guerra, se fue rehaciendo poco a poco hasta el punto de firmar una notable década, de nuevo entre los equipos punteros, que llegaría a su fin con el descenso a 2.ª División producido en 1950 coincidiendo con el fallecimiento de Carlos Tartiere.

A partir de este instante el Real Oviedo se iba a convertir en lo que se conoce como un “equipo ascensor”, alternando su presencia en las dos primeras categorías, compaginando alguna temporada brillante (de nuevo terceros en 1.ª División en la campaña 1962/63) con las decepcionantes en las que deambulaba por 2.ª División con distinta fortuna.

En 1954 el estadio de Buenavista pasaría a ser de propiedad municipal, cambiando su nombre en 1958 por el de Carlos Tartiere para homenajear al presidente de la época más brillante de la entidad.

En 1978 se produciría un triste descenso a la recién creada 2.ª División “B”, compitiendo por primera vez por debajo de las dos principales categorías del fútbol español.

Tras retornar a 2.ª División “A” y firmar unos años grises (en los que, no obstante, conquistó su primer título oficial: la Copa de la Liga de 2.ª División “A”), el ascenso a 1.ª División logrado en 1988 sería el comienzo de un periodo de brillantez en el que militó durante trece campañas consecutivas entre los mejores, alcanzando incluso el debut en competiciones europeas al disputar la Copa de la UEFA en la temporada 1991/92.

La obligatoria conversión en SAD de 1992 supondría la aparición paulatina de los problemas a nivel de gestión, incrementándose —como sería general en el fútbol español— los económicos, estallando con toda su crudeza al descender a 2.ª División en 2001, cuando estaba reciente el estreno de un nuevo estadio con un aforo mucho más amplio (30.500 localidades frente a las poco más de la mitad de su antecesor, que había sido totalmente reformado para ser sede del Campeonato del Mundo de 1982 y que había tenido que reducir considerablemente su capacidad al tener que convertir las localidades de pie en localidades de asiento).

La sorprendente aparición de una astronómica deuda camuflada cuando el equipo militaba en la máxima categoría y las rencillas con trasfondo político entre el alcalde de la ciudad Gabino de Lorenzo y el presidente Eugenio Prieto, condujeron a la entidad a un caos total que, en lo deportivo dio con el equipo en la 3.ª división al término de la temporada 2002/03 tras un doble descenso (deportivo a 2.ª “B” y administrativo a 3.ª división al no aceptar los jugadores las garantías que se les ofrecieron para el cobro de sus emolumentos) y en lo extradeportivo forzó la declaración de suspensión de pagos.

Desde la 3.ª División y con la afición como motor, se lograría vencer en la Guerra del Fútbol declarada desde la alcaldía buscando la desaparición del Real Oviedo para sustituirlo por un equipo de nueva creación bautizado como Oviedo ACF. La superación satisfactoria del proceso en que se hallaba la entidad con la firma de un muy buen convenio de acreedores, permitió eludir la desaparición, si bien las sucesivas gestiones calamitosas de los distintos consejos de administración que se pusieron al frente volvieron a hacer peligrar la continuidad de una sociedad que malvivía año tras año entre la 2.ª “B” y la 3.ª División (a la que se retornó, en esta ocasión por deméritos deportivos), hasta el punto de volver a estar al borde de la desaparición por culpa de la suicida gestión de Alberto González.

En el otoño de 2013 la afición volvería a evitar el previsible cierre al aportar dos millones de euros en una ampliación de capital que se vio rematada con la entrada como accionista de referencia del grupo empresarial de Carlos Slim —el hombre más rico del mundo—, planteándose por fin en la actualidad un fututo halagüeño que invita a pensar en el regreso definitivo a la LFP. 

Texto: Eduardo Muñoz
Autor de www.RealOviedo.info

 

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