Esta tarde se cumplen 75 años del
primer partido disputado en el estadio municipal
avilesino: Román Suárez Puerta.
Aunque se viven tiempos tremendamente restrictivos –tan
solo transcurren dos años desde el final de la Guerra
Civil– el ansia por recuperar cuanto antes el tiempo
perdido aflora en Avilés. Al lógico predominio por lo
esencial, se van añadiendo proyectos necesarios para el
solaz y, en 1941, arrancan los trámites administrativos
para la construcción de un estadio que coja el testigo
del ribereño Las Arobias, engullido por las necesidades
del puerto.
Para su ubicación, se elige la zona de Las Meanas, que,
aunque está a tiro de piedra del casco histórico, hay
que trabajarla casi al estilo neerlandés, a fuerza de
ganar terreno a lo húmedo. El desecado de las marismas
da paso a una instalación que recibe el nombre de La
Exposición, a juego con la limítrofe que alberga, entre
otras actividades lúdicas, la exposición de ganado. El
resultado enorgullece, porque su consecución es posible
gracias a las aportaciones de particulares, desde los
que ceden buena parte de los terrenos hasta los que
trabajan con sus propias manos o aportan prestación
económica para llevarlo a cabo.
Así, a las 16:30 horas del 26 de septiembre de 1943, hoy
hace 75 años,
el silbato de Maurcio Gárriz Azqueta, árbitro gijonés,
señalaba el inicio del primer partido en el Estadio La
Exposición. La histórica fecha también le hacía un guiño
a lo deportivo, pues el Real Avilés derrotaba (2-1) al
Santander, que, por aquello del absurdo decreto
gubernamental, llevaba dos años sin poder utilizar su
legítima denominación, Racing. Los blanquiazules
formaban con Carlos Pendás; Juan Trapos, Manolín
Martínez; Cástor Cuervo, Alfredo Llana, Alberto Suárez;
Lillo González, Doldo Fernández, Pedrín Mori, Jesús
Mangán y Félix Fodríguez.
En lo individual, tras ser el candasín Félix –ex
Sporting que llegaría a jugar en Primera con el Murcia–
el primero en tocar el esférico en el saque inicial, el
protagonismo de la lluviosa tarde era para Pedro Mori,
en los anales por ser el primer goleador sobre el
rectángulo avilesino. Transcurría el minuto 16 y su
lanzamiento era inalcanzable para Joaquín Caller
guardameta racinguista que defendía la portería del
fondo oeste, la más alejada de Las Meanas. En realidad,
el menudo delantero ovetense aún sería más vitoreado al
anotar el segundo, el de la victoria. Menos de tres
meses después, Pedrín se convertía en jugador del Real
Madrid, uno de los primeros gestionados por el nuevo
presidente merengue, Santiago Bernabéu.
Pedrín
Mori, en una foto autografiada el 29 de septiembre de
1943, tres días después
de convertirse en el primer goleador de la historia del
Román Suárez Puerta.
El Estadio La Exposición acrecentó exponencialmente su
servicio a la ciudad. En 1948 y 1952, fue morada del
Campeonato de España Absoluto de atletismo y, en 1953,
con impresionantes llenos, acarició el status de
primerdivisionario. Fue rebautizado, en el verano de
1956, con el nombre del alcalde que encabezó las
gestiones para su construcción, Román Suárez Puerta,
denominación que mantuvo tras su integral remodelación
de 1999.
Tras estos primeros 75 años, desde sus tres millares de
partidos, aproximadamente, y la infinidad de eventos de
atletismo, rugby, hockey, equitación, conciertos
musicales, mítines políticos y otros cónclaves sociales,
el Estadio Municipal, su permanencia, es innegociable
con el mínimo atisbo de especulación.
Hoy, las Bodas de Brillantes pasarán tan
desapercibidas que, probablemente, ni los ocupantes de
la Casa Consistorial apercibirán de la efeméride… y eso
que hablamos del inmueble de mayor valor catastral
del municipio. En la actualidad, el Suárez
pasa por el contrato de cesión a un arrendatario que
navega a años luz de los mínimos estándares deportivos y
sociales. Integralmente embargado, hasta la propia
ocupación que ostenta podría correr peligro, si el
Ayuntamiento ejecutara una deuda que la titular de la
alcaldía, cada cierto tiempo, se encarga de airear, pero
sin llevar a efecto. Mientras tanto, los ciudadanos, los
contribuyentes, siguen sin disfrutar de su estadio y sin
recibir explicaciones nítidas, a fuerza de continuar
entonando la frase que más se utiliza a nivel de calle,
sin que nadie de la administración se ruborice: “Algo
hay ahí”.