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Lotería Las Arenas

C.D. Ensidesa,
 45 años de un ascenso al contragolpe

Domingo 14 de Junio de 2020
Jorge Valverde
Avilés

Hoy se cumple el cuarenta y cinco aniversario del ascenso a Segunda División del Ensidesa, tras ganar (3-1) en Santa Bárbara al Baracaldo.

 

Su nombre también portaba la expresión “Sociedad Anónima”, al menos como parte del acrónimo del conglomerado siderometalúrgico que el Estado comenzó a levantar, a mitad del XX, en suelo de la comarca de Avilés. Aunque el concepto no tenga nada que ver con el actual, en el fondo respondía a un estatus diferenciador que, en este caso, se proyectaba desde lo público. Una vez que el Club Deportivo Llaranes, en 1965, cambia de nomenclatura y es “adoptado” por el Instituto Nacional de Industria, el nuevo Club Deportivo Ensidesa tarda justo una década en conseguir el ascenso a Segunda División, lo que acontece el 14 de junio de 1975. Del hito, se cumplen hoy 45 años.

No cabe duda de que la intervención estatal influía en la consecución del éxito, pero la disposición de recursos también había que gestionarla en condiciones. De hecho, antes de hacerse con el Ensi, el Régimen ya acumulaba bastante experiencia en eso de arrimarse al fútbol a través de empresas públicas de sectores eléctrico, automovilístico, minero o petroquímico, entre otros, pero los únicos equipos de esta tipología que habían sido capaces de colarse en Segunda eran el Calvo Sotelo puertollanense (promovido por la petroquímica Encaso) y el Baracaldo (Altos Hornos), precisamente el rival que el Ensidesa derribó para situarse en el segundo nivel del fútbol patrio. Por otro lado, cierto es que, con relativa facilidad, al equipo se le inyectaba dinero emanado de las chimeneas, pero también es verdad el flujo ya empezaba a disminuir. No en vano, aquel coloso de 25.000 empleados empezaba a dejar atrás sus récords de producción, a afrontar su fuerte endeudamiento y a sufrir, precisamente en 1975, la primera de sus constantes regulaciones de plantilla.

Avilés llevaba 15 años sin fútbol de plata, justo desde el 17 de abril de 1960, cuando, en plenas fiestas pascuales de El Bollo, el prescrito Real Avilés se despedía de la categoría con aquel 4-0 sobre el Sporting (Real Gijón), con goles a pares de Yuyo Revuelta y Miguel Xirau. Desde entonces, en el intento de retorno, la ciudad tenía que soportar un escalofriante récord de 10 promociones sin éxito, 7 con el Real Avilés (1961, 1962, 1964, 1965, 1966, 1967, 1968) y 3 con el equipo siderúrgico (1963, 1968, 1973). A la décimoprimera, por fin, quienes lo conseguían eran los granates, en el contexto de una temporada, 1974-1975, que, además, tenía de especial el ser la primera de la historia en la que el equipo de mayor rango del municipio no era el histórico Real Avilés. Para una ciudad como la avilesina, dos equipos eran multitud y la dicotomía que suscitaban restaba más que sumaba. En realidad, su unificación se haría de rogar más de la cuenta y esa tardanza acabaría hipotecando un tiempo precioso.

Presidido por el economista Juan Muro de Zaro, el Ensidesa establecía con el Atlético Madrid y el Valencia un convenio de colaboración cuyo resultado sería más productivo que el precedente con el Sporting. La responsabilidad técnica era cosa de Toni Cuervo, que disponía de un reducido elenco de 18 jugadores, con una edad media de 24 años. El entrenador ovetense tenía claro lo de no salirse del libreto y por su cabeza rondaba una alineación recitada de carrerilla. Además de transitar por una época en la que, generalmente, las plantillas eran más cortas, también las bajas, tanto por lesiones como por amonestaciones, eran mucho menos frecuentes. Si a todo ello se unía la dinámica ganadora, el entrenador no tenía más que insistir en la reiteración de todas las líneas, comenzando por la portería, de tal manera monopolizada por Pilu Lombardía que el almeriense Miguel Jiménez sólo disfrutaba de un par de oportunidades en la Copa. En retaguardia, prácticamente intocables eran Vallina, Quirós, Esteban y Raya; en la medular, Novo, Luis Gabriel o Miguel Ángel (éste, hasta caer lesionado en Monforte de Lemos); y en ataque, San Cayetano, Teca y Javi. Bajo la disposición táctica del 4-3-3, a contragolpear y… ¡a subir!

Los únicos momentos de flaqueza llegaron al principio, con derrota en las tres primeras salidas, en Palencia, Basauri y Ferrol. Esos vaivenes iniciales incluso provocaron que un jugador como San Cayetano, tan decisivo después, se planteara regresar anticipadamente a su tierra. Afortunadamente, no lo hizo efectivo y las cosas cambiaron pronto, empezando por aquellas tres victorias consecutivas de octubre, las tres por la mínima (1-0) y las tres con el mismo goleador: Teca. El equipo se mostraba tan fuerte en el Santa Bárbara (sólo se esfumaban 7 de los 38 puntos en juego) que sólo un rival fue capaz de ganar en Llaranes, el Pontevedra, en la penúltima jornada, cuando la Promoción ya estaba asegurada. Incluso el poderoso Sevilla, en partido de Copa, hincaba la rodilla en el que muchos recuerdan como el partido más completo de la historia del Ensidesa en su terreno de juego. Para ser campeones, hubo opciones hasta el final. A falta de cinco partidos, la victoria ante el Caudal, con diana de Rico, dejaba en solo un punto la distancia con el líder, Deportivo La Coruña, pero, una semana después, un desgraciado gol en propia puerta de Tino Quirós, precisamente en Riazor, dejaba el título en bandeja al Deportivo.

Por entonces, la Promoción no cruzaba a equipos de la misma categoría, si no a los subcampeones de Tercera con los clasificados en los puestos 13, 14, 15 y 16 de Segunda. Con este sistema, el favoritismo de los segundadivisionarios era tan patente que, en las seis últimas ediciones, desde 1971 a 1976, es decir, en 24 eliminatorias, sólo un Tercera era capaz de ascender, sí, el Ensidesa. Su adversario, el Baracaldo de Eusebio Ríos, partía como favorito, entre otras cosas porque sólo había sufrido una derrota en casa, pero el Ensi compareció sin complejos en Lasesarre y, pese a ir por detrás en el marcador, una salida fulgurante de la segunda parte le permitía asestar el primer golpe, gestado en cinco minutos, gracias al remate de Teca, a centro de Javi y posterior toque de San Cayetano, y a la transformación, con paradinha, que Raya hacía de un penalti cometido por Arechalde sobre el extremo valenciano.

En el partido definitivo, con las gradas del Santa Bárbara a tope, todo fue más sencillo de lo esperado. En los sorteos de campos, Tino Quirós, el capitán, solía escoger la portería del fondo sur, la única directamente influencia por la presión del público, con el fin de atacarla en las segundas partes, pero lo curioso es que durante la campaña se marcaron más del doble de goles antes de los intermedios. Así quedaba patente en la visita del Baracaldo, noqueado por la vía del cloroformo. A las 20:00 horas comenzaba el partido y, a las 20:25, el luarqués José Antonio Novo ya firmaba el tercer gol y el último de una temporada de recuerdo indeleble.

 

 

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