Los azulones cayeron en su visita al
líder y encajaron su séptima derrota de la temporada en el octavo enfrentamiento
ante un equipo madrileño.
3.- Atlético de Madrid 'B': Conde,
Carlos Isaac, Mejías, Álvaro García (A), Manu (A); Ricard, Tropi (A) (Mikel
73’), Toni Moya, Medrano (Borja Garcés 63’); Oscar (Nando 87’) y Camello.
0.- Marino de Luanco: Javi Porrón,
Borja (A), Trabanco (Miguel Prado 73’), Pablo Pérez, Mikel; Iván (Boedo 63’),
David González (Mathe 72’), Lora, Luis Morán; Arias y Saha.
Árbitro: Domínguez Fernández
(Colegio andaluz).
Goles: 1-0 Ricard (26´). 2-0 Carlos
Isaac (47’). 3-0 Borja Garcés (68’)
Incidencias: Cerro del Espino.
Terreno de juego en perfecto estado. Mañana soleada. Unos 600 espectadores, con
presencia de una treintena de aficionados marinistas.
No se sabe muy bien
porqué, pero el mundo del fútbol está lleno de gafes. Historias de equipos que
no logran superar a otros, estadios talismanes (o no). Eso es lo que le esta
frenando este año al Marino de Luanco, que esta temporada lleva siete derrotas
en los ocho enfrentamientos disputados ante equipos de la capital. Los
gozoniegos solamente fueron capaces de ganar al colista San Sebastián de los
Reyes (2-0) en Miramar.
A decir verdad, este
domingo los de Oli perdieron con contundencia y justicia. El Atlético B, a día
de hoy, es un equipo muy superior a los luanquinos, y prácticamente a la mayoría
de equipos del grupo. No en vano, por ello el equipo dirigido por el asturiano
Nacho Fernández lidera el grupo con paso firme, goleando muchas jornadas al
rival que tienen enfrente.
Esta superioridad rojiblanca quedó reflejada desde el inicio, como bien acabó
reconociendo tras el partido Oli. El filial era el dueño y señor del partido,
sometiendo al Marino con muchos recursos futbolísticos, y no solo a través del
balón. En vanguardia, haciendo pupa cada vez que se asomaban al área de Javi
Porrón. Atrás, como un muro infranqueable. En medio, ganando y anticipándose en
las disputas. En las bandas, siendo auténticos puñales, aún jugando con
laterales reconvertidos.
Parecía que el gol local
sería cuestión de tiempo como así fue. Mediado el primer acto, Óscar Clemente
centró y Javi Porrón repelió. Con lo que no pudo el ex del Lealtad fue con el
rechace cazado por Ricard, que acabó batiéndolo por alto para asegurar. Un gol
no hizo bajar un ápice la intensidad a los madrileños. El filial demostró ser
una máquina muy engrasada, que de seguir así raro será que el año que viene no
compita en Segunda División.
A buen seguro, Oli esperaba el descanso como agua de Mayo para reordenar a los
suyos y dar nuevas consignas. Pero todo se vino al traste, cuando a los
veintiséis segundos de la reanudación. Carlos Isaac mandó al fondo de las mallas
un centro desde la banda diestra de Sergio Camello, tras el saque de centro. Un
gol que terminó con las mínimas opciones asturianas de puntuar en la mañana del
domingo.
Con el 2-0 de inicio fue
coser y cantar para los locales. Jugando a placer, aunque ahorrando esfuerzos y
energías. Enfrente, el Marino era una mezcla entre un quiero y no puedo, y un
equipo rendido. Aunque con los cambios mejoró el cuadro astur, y llegó a gozar
de alguna ocasión de gol, nada hacía albergar esperanzas para los visitantes. Es
más, el Atlético B se asomaba menos al marco contrario, pero daba mucha más
sensación de peligro, haciendo entender que el marcador acabaría con algún gol
más a su favor, como así fue. En el sesenta y nueve, Borja Garcés que acababa de
entrar, hizo el tercero y definitivo, de nuevo a centro de Camello. Tras la
consecución del gol, el futbolista (que ya sabe lo que es marcar en Primera
división el curso pasado), se echó a llorar, pues venía de nueve meses de
lesión.
Con el 3-0 el partido murió. El Atlético B parecía no querer hacer sangre, y el
Marino definitivamente bajó los brazos, pensando ya en su compromiso el próximo
domingo frente a otro filial madrileño como es el Castilla de Raúl.
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