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La destitución de Viti Amaro entra en la historia del Real Avilés

Lunes 14 de Octubre de 2019
Jorge Valverde
Foto: Fierros
Avilés

Se convierte en el primer entrenador que el club avilesino destituye tras una victoria en liga.

De sobra es conocido que todas las decisiones tomadas en el seno de la SAD Real Avilés no pasan de intrascendentes. Sí, de intrascendentes. Son meros paños calientes y, desde hace muchos años, sólo representan esa especie de vehículo camuflado, que no avanza, pero desvía la atención.

Podrá haber cambios de personas contratadas para ejercer de paganinis –van cuatro– o, como ahora, de las responsabilizadas en lo deportivo –van docenas–, pero, mientras la variante no pase por la urgentísima sustitución del accionista mayoritario –van cero, en 23 años– por ahí seguirá deambulando la Sociedad Anónima Deportiva, a golpe de desprestigio de la ciudad.

Que el Real Avilés cambie de entrenador no es noticia. Ya sea por el modo de permuta tras el final de una temporada o por la vía de la destitución inmediata, la actual propiedad, en 23 temporadas, acumula 32 entrenadores, sin contar los que ejercieron como bisagra en un partido puntual. De ellos, 15 fueron destronados por la vía rápida y otro (Pole González) presentaba la dimisión.

Lo que tiene de especial el despido de Viti Amaro es que el último partido del técnico gijonés acabó en victoria, circunstancia que, tratándose del campeonato de Liga, se produce por primera vez en la historia del Real Avilés SAD. Sí hubo otros tres entrenadores que fueron destituidos tras ganar en sus correspondientes últimos partidos, aunque con diferente trasfondo. A Ángel Herrero se le fulminaba tras vencer al Talavera en partido de Promoción de Permanencia 1999-2000, aunque aquel triunfo era insuficiente para evitar la siguiente y triste eliminatoria ante el Novelda. José Manuel Muñiz era despedido tras ganar al Celta B (0-3) en la ida de la Copa Federación Nacional 2002-2003, mientras que, en la temporada siguiente (2003-2004), Ramiro Solís era vilmente despedido tras eliminar con victoria en la misma competición y al mismo rival celtista cuando trataba de conducir el equipo en unas condiciones lamentables. Otro caso, que no obedeció a una destitución como tal, fue el de Raúl González en el ejercicio 1997-1998, el primero de la actual propiedad. El técnico avilesino, una vez cogidas las riendas de un equipo deteriorado, lograba la permanencia y, como “premio”, recibía el adiós.

Insistiendo en el caso de Viti Amaro, y dando por sentado que su destitución ya estaba decidida desde la jornada anterior, lo que llama doblemente la atención es que fuera mantenido hasta el partido de Ceares. Con el delicado momento anímico del equipo y las importantes bajas que le truncaban aún más, quizá alguien pudiera intuir una derrota segura, pero el fútbol es tan imprevisible que ahora la destitución, con la victoria de La Cruz, pierde buena parte de su justificación. De todas formas, como ya se ha puesto de manifiesto, la salida anticipada del entrenador supone otra huida hacia ninguna parte. Hoy por hoy, no es una cuestión de fútbol. Ahí dentro sigue el eterno problema, el que impide al club recobrar la autoestima, recuperar a su afición y crecer.
 

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