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Recuperar la sensatez, un año después

Martes 31 de Mayo de 2016
C. Padilla
Fotos: Fierros

En unos momentos en los que la afición del Real Oviedo no está para mucha fiesta tras haber constatado un fracaso anticipado en una temporada de lo más extraña, llega el aniversario del día en el que el sueño se hizo realidad, en el que las lágrimas por fin fueron de alegría, en el que haber recorrido kilómetros y superado obstáculos por fin valían la pena. El día en el que se salía de un infierno que duraba ya más de una década. Simple y claramente, el día de Cádiz.

Porque tuvo que ser Cádiz, ciudad cuna de la democracia en España, el lugar en el que el Real Oviedo por fin pudo salir de la dictadura del fracaso que había condenado a los azules a 13 años de trabajos forzados en la prisión del fútbol amateur. El gol de David Fernández en el Carranza supuso la libertad, la afición del Real Oviedo podía salir por fin a las calles a celebrar lo que no era un ascenso cualquiera, era el regreso al fútbol profesional. Un hito que suponía una liberación para un club y su afición que ya se habían acostumbrado a ver el profesionalismo al otro lado de los barrotes.

El Oviedo salió de su prisión y, como si del abandono de la cueva del Mito de la Caverna de Platón se tratase, empezó a ver la realidad del fútbol, dejando a un lado las sombras del pasado. Inicialmente todo funcionaba bien, el sol era resplandeciente, los resultados acompañaban y lo que antes era un sueño, empezaba a verse como una realidad más que posible, el retorno a la máxima categoría del fútbol nacional parecía al alcance de un club que, en menos de un año, había pasado de los barros del campo del Astorga a vencer al Zaragoza en el Tartiere o al Real Valladolid en el Nuevo José Zorrilla.

Pero el sol era tan radiante, que un contacto directo con los ojos podía causar ceguera. Y así fue. Dejando a un lado la sensatez, que había sido la clave del éxito y, cegados por su ego, los máximos responsables de la ansiada liberación del Real Oviedo lo volvieron a condenar, no a la prisión, afortunadamente, pero si a arrastrar durante meses las cadenas del fracaso.

Sin aprender la lección y siendo víctima de una reiteración de sus errores, dirigentes y jugadores han impedido que el aniversario del ascenso en Cádiz se pueda vivir con la emoción que se merece. Ellos fueron los responsables de subir al equipo, de alimentar la ilusión por un nuevo ascenso y de, finalmente, echarlo todo por tierra cuando en el mes de marzo la sensatez que iluminaba el proyecto se apagó.

Hoy, día del aniversario de la liberación lograda en Cádiz, en lugar de celebrarlo en vísperas de un nuevo éxito, la afición del Real Oviedo solo puede desear que su club vuelva a quedar libre, pero esta vez de los egos de aquellos que empañaron con sus imposiciones lo que podía haber sido otra temporada para enmarcar. Recuperar la ilusión solo es posible si la sensatez vuelve a iluminar la hoja de ruta de un club que, de la mano del Grupo Carso, puede llegar a donde se proponga.  

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