Luanco, Miramar, 25 de Agosto de 2013.
Formación inicial del Marino de Luanco, que
comenzó la temporada 2013-14, la segunda
mejor de la historia, igualando (1-1) contra
el Racing de Santander. De izquierda a
derecha, arriba: Omar Hernández, Álvaro
Muñiz, Alberto Saavedra, Dani Espolita, Dani
Rivas y Dudi Canseco. Abajo: David Álvarez,
Dani Pevida, Alejandro Castroagudín, Guaya
Sánchez y Jandrín Blanco.
La reestructuración de las categorías siempre
fue, es y será un asunto de máxima discrepancia.
El sistema perfecto no existe y la
disconformidad no desaparecerá nunca, entre
otras cosas porque el mismo club que hoy quiere
esto, mañana quiere lo otro, en función de cómo
evolucionen sus circunstancias.
En el ecuador de los 70, la Federación Española
se topaba con la eterna encrucijada entre las
demandas de los profesionales y los amateurs. La
conclusión, crear un nivel intermedio, que
tampoco iba a resolver el problema, pues el
tiempo, ese juez implacable, demostró que la
pérdida de prestigio de unos y la merma
económica de otros incluso irían a más.
La criatura nació en un salón del madrileño
hotel Meliá Castilla, sala de parto de la
interminable asamblea que la Federación Española
mantenía el 8 de julio de 1976. El ente, del que
el barcelonés Pablo Porta sólo llevaba un año
como presidente, la ponía en marcha con un año
de carencia, es decir, en la temporada
1977-1978. Y, para la elección del nombre, se
optó por un espantoso –con perdón– eufemismo:
Segunda División B.
La cosa seguía respondiendo al tercer nivel,
pero huía del nombre que, por lógica, le
correspondía. Así, lo que sería Tercera, no lo
es; y lo que es Tercera, no deja de ser la
Cuarta. Otro tema ya es el número de equipos que
la formaban. Al principio, por cierto, eran 40,
en dos grupos, e incluso llegó a componerse de
22, en grupo único (1986-1987); ahora, son 80,
en cuatro porciones. Así es muy difícil
establecer rankings rigurosos y creíbles.
Esperemos que en un futuro no salga de la
chistera una Segunda C.
En todo caso, la categoría más reprochada del
fútbol español no ha experimentado variaciones
en el período que nos toca, al menos en su
campeonato regular, por lo que el resumen global
es más factible. El cambio de centuria coincidió
con el generalizado retroceso de la
representación asturiana. Clásicos como el Real
Avilés Industrial, Langreo, Real Sporting B y
Real Oviedo B perdieron su habitual status en la
categoría, lo que también padeció, aunque en
menor medida, el Caudal. A la par, surgían otros
–Universidad Oviedo, Siero, Ribadesella– que
aspiraban a tomar el relevo, pero, por unas
circunstancias o por otras, no tuvieron
continuidad.
La excepción de panorama tan obscuro la ofició
el Club Marino de Luanco, que, antes de
la llegada del siglo XXI, sólo había tenido un
fugaz paso por la categoría, de la que había
salido rebotado en el ejercicio 1996-1997. Entre
la negativa aureola que sufría el fútbol
asturiano –Real Sporting y el Real Oviedo
incluidos–, el Marino supo jugar su papel,
pescar en río revuelto y encaramarse en un nivel
muy por encima de sus posibilidades, hasta el
punto de liderar la clasificación global del
siglo XXI. Mérito bestial.
Luis Gallego y José Luis Quirós, un matrimonio
bien avenido.
Siempre bajo la presidencia de Luis Gallego,
el Marino cubrió sus 11 temporadas con sólo tres
entrenadores. José Luis Quirós es el
incuestionable jefe del banquillo y, de hecho,
en lo que va de siglo y en el cómputo de todos
los grupos de Segunda B, el ovetense es el
entrenador que más partidos ha dirigido a un
solo equipo, mientras que, en el cómputo global,
sólo es superado por el leonés Álvarez Tomé, que
llevó las riendas de siete equipos.
De izquierda a derecha: Guaya Sánchez,
Guillermo Suárez, Miki Riera, Pablo Pantiga
y Samuel Barrio, jugadores con más
presencias en Segunda B del s. XXI.
En el apartado de jugadores, pocos podían pensar
que Guaya Sánchez, joven grancanario que
desembarcaba en Luanco en 2006, se convertiría
en el más asiduo marinista de la categoría, con
162 partidos acumulados en 5 temporadas, que
cubrió en dos etapas. En igual número de
campañas la camiseta azul fue defendida por el
guardameta Guillermo Suárez, el
centrocampista Miki Riera y los zagueros
Pablo Pantiga y Samuel Barrio.
De izquierda a derecha: Jabuti, Chus Hevia y
José Luis Blázquez, marinistas con más goles en
2ªB en el s. XXI.
Por lo general, el Marino siempre fue un equipo
al que le costó hacer goles. Sólo alcanzó el
medio centenar en sus dos mejores temporadas,
cuando logró clasificarse en 5ª y 6ª posición,
en los ejercicios 2001-2002 y 2013-2014, éste
curiosamente con dos jornadas menos, por la
desaparición del Salamanca. Curiosamente, la
mayoría de los principales goleadores no
aparecen entre los jugadores con más partidos.
Sólo Jabuti Pablos, máximo realizador con
sus 20 dianas, y Rubén Suárez superan la
barrera del centenar de presencias.