El Éibar asalta el Tartiere

Aitor Sanz adelantó al Oviedo, que vio como en la segunda mitad perdía su ventaja ante un Éibar que fue mejor, pero que se llevó demasiado premio del Tartiere con escasas ocasiones.

Ambiente de gala en el Carlos Tartiere, con más de 22.000 espectadores, unos 300 procedentes de tierras vascas, que presenciaron un play off de ascenso a Segunda con un ambiente de Champions.

No hubo cambios y Granero repitió por tercera semana el mismo once, entrando únicamente Pepe Díaz en detrimento de Fran Sol en la convocatoria definitiva.

Se esperaba que el Oviedo saliese fuerte como en la eliminatoria frente al Albacete, por aquello de que el ambiente podía pesar a los jugadores eibarreses, pero no fue así. El equipo de Gaizka Garitano salió descarado y en busca de un gol que pusiera cuesta arriba la eliminatoria a los azules. Su primera ocasión llegó en el minuto 3 con un disparo de Abaroa que se marchó alto. El Éibar, apostando por un fútbol combinativo y de ataque, llegó con peligro al área azul, achicando la defensa con dificultad las embestidas del conjunto armero, que pese a que entró bien por banda, no encontró remate entre los tres palos. El Oviedo no encontraba su sitio en el campo hasta que en el minuto 18, un saque de esquina botado por Manu Busto, sale a despejarlo de puños Xabi Irureta, cayéndole el balón en la frontal del área a Aitor Sanz, que con un buen derechazo adelantó al Oviedo.

A partir de ahí los de Granero encontraron su sitio en el campo, ante un Éibar que tardó en digerir el gol y que perdió el control del partido, aunque sin conceder oportunidades al Oviedo, que tuvo la más clara en el minuto 45 cuando Xavi Moré se plantó ante Irureta en una contra y éste blocaba el balón con una buena estirada.

Se llegaba al descanso con victoria azul y un Éibar que, por juego, no merecía esa derrota, en una primera parte con pocas ocasiones.

El Éibar salió a por el empate en la segunda mitad y pronto movió el banquillo Garitano en busca de una reacción. El vasco dio entrada a Diego Mainz y Jito, dos atacantes, en detrimento de Abaroa y Arruabarrena, que habían estado poco acertados. Apenas dos minutos tardó en dar resultado el doble cambio. Un centro al segundo palo de Capa lo peina Yuri y Diego Mainz regatea en el área pequeña a Orlando y marca a placer.

Granero había movido ficha un minuto antes retirando a Xavi Moré y dando entrada a Señé, llevando a Manu Busto a la banda izquierda hasta que era sustituido por Pepe Díaz, cayendo a la banda izquierda el catalán. La entrada de Pepe Díaz aportó mordiente en el ataque -tuvo un robo a un defensa que le plantaba ante el meta eibarrés, pero tardó demasiado en decidir y un defensa le robó la cartera- como alternativa a Cervero, que estuvo maniatado por la defensa armera, llegando a tener el marcaje de tres hombres.

El empate satisfacía al Éibar, pero no al Oviedo, que intentó llegar a las inmediaciones de la meta de Irureta, aunque sin remate. El Éibar marcó el segundo gol en una contra desde la banda izquierda que llega hasta la línea de fondo dentro del área pequeña, da un pase que se cuela por delante la portería y Jito al segundo palo recibe sólo, dejando el balón de cara para que Guille Roldán envíe el balón a la red. Jarro de agua fría que enmudeció al Tartiere durante unos segundos, los que tardó en reaccionar para animar de nuevo a su equipo. Pudo empatar Señé en el 91' en un centro de Pepe Díaz desde la derecha que remató flojo el catalán. Previamente una falta en la frontal del área y en muy buena posición, fue desperdiciada con el lanzamiento de Casares, que sigue insistiendo en lanzar las faltas, a pesar de haber mejores lanzadores sobre el campo.

El Éibar afrontará el partido de vuelta con una importante ventaja que obliga a los azules a marcar dos tantos en Ipurúa, algo poco probable -sólo perdieron dos partidos en su campo y por la mínima-, pero todo puede pasar en 90 minutos.

La afición se dejó el alma

Gran entrada en el Carlos Tartiere, con más de 22.000 aficionados que se dejaron el alma por su equipo, animando desde la grada, como ya hicieron en la eliminatoria ante el Albacete. Esta vez, la suerte no estuvo del lado azul -como viene siendo habitual en la última década- y el Oviedo tiene cuesta arriba el pase a la siguiente ronda.

Finalizado el partido, los aplausos superaron a los silbidos, y un sector de más de un millar de aficionados, permanecieron en su sitio esperando a que el equipo saliese del tunel de vestuarios, como ya lo hiciera en Albacete.

Los 300 eibarreses disfrutaron con su equipo y una victoria que les acerca a la tercera ronda. El despliegue policial fue correcto y el comportamiento de ambas aficiones fue intachable, sin incidente alguno, ni si quiera verbal.

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