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B. Navarro consigue los 3 puntos en el descuento

 

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Domingo 2 de Septiembre de 2012
V. M. Molina - elgoldemadriz.com
Madrid

El Caudal venció en el Cerro del Espino gracias a un gol en el 91 de Borja Navarro, que sirvió para que los de Paco sumen su primera victoria a domicilio.

1.- Atlético de Madrid "B": David Gil; Manquillo, César Ortiz (A), Chema (A), Elbis; Thomas (A) (Cidoncha 69´ (A)), Saúl Ñíguez, Óliver Torres; Iván Sánchez (Borja Galán 64´), Ndoye (Gerard 60´) y Pedro Martín.

2.- Caudal Deportivo: Sergio Segura; Noel Alonso, Nacho, Richard, Rojas, N. Méndez (Tocho 59´), Gonzalo (A), Javi Sánchez (Borja Navarro 87´), Nacho A., Prosi (Pantiga 84´), Nacho López (A).

Árbitro: Varón Aceitón, comité balear. Regular.

Goles: 0-1 m. 11 Nacho Méndez; 1-1 m. 77 Pedro Martín; 1-2 m. 91 Borja Navarro.

Incidencias: Cerro del Espino.

Era el debut de Alfredo Santaelena en casa ante todo su público, después de una derrota para nada esperada en Ourense y que trastocaba las sensaciones iniciales con las que se pretendía comenzar una temporada ilusionante con muchas caras nuevas. El técnico contaba con numerosas bajas para el enfrentamiento contra el Caudal, pero con buenas noticias, como la de poder contar con Óliver Torres por primera vez. Con la llegada de la joven sensación, el técnico rojiblanco apostaba por un 4-3-3 bien marcado, con dos extremos en banda para dejar al mediocentro tocar de cara y crear peligro. Pero fue una ilusión. Paco Fernández, técnico del Caudal, imponía un marcaje al hombre al jugador natural de Navalmoral de la Mata, para no poder mover el balón a su antojo. No podía respirar, no tenía tiempo para recibir y distribuir con tacto y cabeza.

La apuesta del Caudal obligaba a cambiar de idea a Santaelena. Todo lo que se había dicho en el vestuario ya no tenía sentido. Se buscó menos a Óliver Torres con el fin de no depender excesivamente de él en jugadas de ataque y se abusaba excesivamente del juego en horizontal buscando a Pedro Martín, que tenía que batallar contra la pareja de centrales. El filial entraba en crisis. Tenía el balón en los pies pero carecía de ideas en la circulación. Tampoco ayudaba la escasa movilidad de los jugadores de ataque, que permanecían estáticos y pedían el balón al pie sin plantear ningún desmarque peligroso.  

Esa parálisis  que se instalaba en los jugadores rojiblancos llegaba hasta el punto de que no ejercían presión al rival. El Caudal salía cómodo desde su campo y con el balón controlado.  Incluso les beneficiaba de sobremanera, porque ganaban metros y se plantaban sin dificultad ante la meta de David Gil. Si el ataque es un punto a corregir, no lo es menos la defensa. Demuestran poco entendimiento, a pesar de los esfuerzos de César Ortiz en controlar todo lo que sucede. Al igual que en Ourense, un fallo defensivo marcaba el partido y adelantaba a los asturianos en Majadahonda. Un mal despeje de la defensa rebotaba contra Nacho Méndez, que en contacto con el balón sorprendía a David Gil, adelantado varios metros de su portería.  

Un duro golpe que intentó encajar el Atlético de Madrid, con tímidas incorporaciones al ataque. En una de las subidas de los mediocentros, Saúl Ñíguez controlaba un balón fuera del área, amagaba desde dentro y su tiro impactaba contra las manos de un defensor rival, un contacto que consideraba oportuno no pitar el colegiado del encuentro. La rabia se acumulaba en sus jugadores, que se olvidaban de dar sentido a los pases hasta llegar al descanso.

El filial colchonero tan solo llevaba peligro en jugadas a balón parado. Y las oportunidades no eran tampoco claras de gol. Se pecaba de individualidades, especialmente Ndoye, centrado en llevar la batalla de todo un equipo por sí solo. Iván Sánchez copiaba los mismos defectos del jugador africano, sin éxito alguno. Alfredo Santaelena no lo veía claro desde el banquillo y decidía castigar a ambos por no apoyarse en sus compañeros. Habían roto por completo el centro del campo, bien sujeto por Thomas. El técnico daba entrada a Gerard y Borja Galán para buscar más explosividad por la zona central.

La apuesta de Santaelena daba frutos. No por el estilo de juego, bastante tedioso y aplomado por la pasividad de todas las líneas. Si no más bien porque hizo llegar el gol del empate. Un centro de César Ortiz al segundo palo encontraba a Gerard, que prolongaba hacia Pedro Martín para que el malacitano anotase las tablas en el partido. El gol conectaba a los rojiblancos en el partido, que tiraban de arreones y seguían sin creatividad. Santaelena apostaba por ser valiente ante su público. Sustituyó a Thomas, la sujeción del equipo, para dar entrada a Cidoncha y buscar más protagonismo para dar el último pase.

Cuando más buscaba con ahínco el gol el filial rojiblanco, más castigo se llevaba. En un córner mal botado, el Caudal salía al contragolpe en un dos para uno pero el esfuerzo de Cidoncha bajando metros desarticulaba el peligro. Contrariamente, el mismo protagonista que había evitado una clara ocasión de gol erraba ya en el descuento. Los asturianos robaron de nuevo el balón en la izquierda y distribuyeron inteligentemente hasta la derecha. En un centro al área mal despejado por Cidoncha, Borja Navarro cazaba el balón y fusilaba a David Gil para dejar helados a los colchoneros con el tanto de la victoria.

No sentó bien la derrota tras el esfuerzo en vano y con la sensación de tener el balón bajo control. Nada más terminar el partido, ambos equipos amenazaron con una pequeña tángana que finalmente quedaba en nada.
 

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