Un flojo Marino sucumbió en
su visita al Cerro del
Espino y suma su quinta
semana sin ganar. Saúl
Ñíguez fue el verdugo
luanquín.
3.-
Atlético de Madrid "B":
Bono; Manquillo,
César Ortiz, Víctor
Mongil, Fran (A);
Thomas, Saúl Ñíguez,
Óliver Torres (Cidoncha
74´); Gerard Oliva (Ndoye
71´), Kader (Omar
54´) y Pedro Martín.
0.-
Marino de Luanco:
Rafa Ponzo; Omar (A)
(Enol 69´), Guaya,
José Ángel, Castaño
(Pedro Hernández
60´), Saavedra, Alex
Arias, Espolita,
Juanma, Jonathan
(Espina 60´) y Diego.
Árbitro: González
González. Comité balear.
Bien.
Goles:
1-0 m. 6 Saúl Ñíguez;
2-0 m. 42 Gerard Oliva; 3-0
m. 55 Saúl Ñíguez.
Incidencias: Cerro del
Espino.
Césped en buenas
condiciones. 250
espectadores.
Majadahonda amanecía con el cielo encapotado, desafiando a un mal
día y arrojando un fino
manto de lluvia que creaba
molestos charcos en una de
las mitades del campo del
Cerro del Espino. Los
pronósticos de que el
partido se celebrara eran
halagüeños, a pesar de que
minutos antes se suspendía
el encuentro del Atlético de
Madrid C contra el Santa Ana
en uno de los campos anexos
al principal. La sensación
térmica era estable, sin
embargo la lluvia, que cogía
más ritmo con el paso de los
minutos, empañaba el partido
del filial rojiblanco. Los
tres puntos, necesarios. Las
condiciones climatológicas,
pésimas. En medio de la
debacle temporal, Saúl
Ñíguez se erigió como
protagonista de los 90
minutos contra el Marino de
Luanco.
El centrocampista ilicitano, al igual que en el pasaje del Antiguo
Testamento donde el profeta
Noé construía una
embarcación para preservar a
sus familiares del diluvio
universal, sostuvo al
Atlético de Madrid B en su
arca gracias a un excelente
encuentro. Fue el timón con
el que giró el equipo de
Alfredo Santaelena en todo
momento. Pasaron solo 6
minutos para que, en la
primera ocasión a puerta del
partido, Saúl Ñíguez pusiera
la ventaja en el marcador al
rematar de cabeza llegando
desde atrás un centro
templado de Kader desde la
derecha.
Los posibles nervios que podía crear un equipo con experiencia por
la veteranía de sus
jugadores quedaban al
margen. El Atlético de
Madrid B se sentía cómodo en
todo momento. Tocaban con
facilidad y creaban
espacios. Se negaron a
buscar los desplazamientos
en largo, y solamente se
recurría a ello en caso de
pura necesidad. El equipo
rojiblanco optaba por
asociarse y apoyarse en el
compañero de primeras.
Fácil, sin crear
dificultades a Thomas o a la
defensa.
Hasta el momento, Santaelena sacaba la mejor versión de su equipo.
Un conjunto repleto de
seguridad, confiado en que
la situación es remontable y
que apuesta por la
circulación de balón al
primer toque como máxima
para triunfar. Generaban
multitud de espacios gracias
a la superioridad que
creaban en el dos para uno.
El técnico madrileño se
obstinaba en que sus
jugadores hicieran
coberturas al compañero para
crear esa supremacía
numérica que obligaba al
Marino de Luanco a
deshacerse del balón. La
presión era clave para que
esa generación de espacios
surtiese efecto, con lo que
llevó un desgaste máximo a
Gerard Oliva y Pedro Martín,
muy comprometidos a la hora
de achuchar al defensa
contrario.
Las ocasiones se sucedían con cuenta gotas. No llegaba claro el
Atlético de Madrid B, aunque
sí que llevaba peligro.
Antes del descanso, el
filial colchonero impartía
justicia con un gol de
Gerard Oliva, que logra
engañar al guardameta del
Marino de Luanco tras una
jugada personal de Pedro
Martín, de fuera hacia
dentro sin oposición del
rival.
Disfrutaba el Atlético de Madrid B con el juego y los goles, lo que
no significaba que no pasara
apuros. Cuando sufría las
desconexiones habituales en
el juego, producto de la
desconcentración o la
confianza, se hacía grande
la figura de Bono. El
portero marroquí se tenía
que emplear a fondo en
varias ocasiones, evitando
varias ocasiones manifiestas
de gol que hubieran acabado
en un tanto para el Marino
de Luanco si no hubiera
estado bien colocado en la
portería. Santaelena pedía
concentración de la banda y
fue el momento cuando tanto
Óliver Torres como Saúl
Ñíguez cogieron el control
del partido.
El Marino de Luanco no encontraba espacios. César Ortiz y Víctor
Mongil cerraban bien los
huecos, anticipándose a su
par y sacando bien jugado el
balón. Merecen mención
especial ambos laterales.
Tanto Manquillo como Fran
Sánchez cumplieron a la
perfección en las
transiciones
ofensivas-defensivas,
mejorando la imagen del
filial colchonero, que se
incorporaba fácilmente al
ataque y generaba ocasiones
desde la banda. De esta
manera, llegaba el último
gol de partido, por medio de
un saque de esquina botado
por Óliver Torres y rematado
por Saúl Ñíguez en el punto
de penalti.
El gol del ilicitano bloqueaba al Marino de Luanco. No buscaba el
marco de Bono y el Atlético
de Madrid B no aprovechó
para sacar más partido del
nivel exhibido. Con el
conformismo de los
colchoneros, Santaelena
saltaba como un resorte de
su banquillo exigiendo mayor
dinamismo. No le gustaba al
técnico la poca intensidad
demostrada ante un rival que
se dejaba meter mano.
La victoria contundente por
3-0 supone tres puntos más
en el casillero de un equipo
que veía de cerca los
puestos de descenso de
categoría. El triunfo llena
de moral para encarar los
próximos partidos ligueros y
aporta un plus de categoría
a Saúl Ñíguez, sobresaliente
en el encuentro y
adquiriendo los galones en
el ataque.
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