Un Sporting horrible pierde con justicia frente a un Mallorca que hizo lo justo para ser merecedor de la victoria conseguida.

Decía Clemente que hoy esperaba la mejor versión del Sporting. Está claro que debía estar tomando el pelo a todo el mundo cuando dijo eso, porque la alineación dispuesta hoy no tiene ni pies de ni cabeza. Ningún sportinguista que viera el partido en Granada volvería a alinear a Orfila de central, el vasco lo hizo. Ningún sportinguista dejaría a André Castro en el banquillo cuando el trabajo y derroche sobre el campo supera con creces a cualquier otro jugador en su parcela. Clemente hizo ambas cosas. El resultado fue que Gálvez perdió un total de 18 balones y falló 15 pases en 52 minutos y Orfila se marcó un –desafortunado, eso sí- gol en propia puerta y una excesiva candidez en el tercero y definitivo. Fruto de un jugador que, salvo en ocasiones muy puntuales, no juega de central desde los 15 años en edad cadete.

Poco necesitó el Mallorca para vencer. La primera consigna, asfixiar a Nacho Cases, del que Caparrós sabe es el único jugador creativo, el Mallorca presionó lo justo para robar y montar rápidos contragolpes con Nsué y Alfaro por las bandas. Los bermellones entraban en el área sportinguista como un cuchillo caliente en mantequilla y el gol se veía venir. Alfaro se plantó sólo delante de Juan Pablo pero en el intento de quiebro el leonés le quitó el esférico. Sin embargo el Sporting golpeó fuerte y de no ser por un brazo milagroso de Aouate, un disparo envenenado de Adrián Colunga hubiera puesto el 1-0 en el marcador. El ovetense fue el mejor jugador del Sporting en el partido. Pero fue en un despropósito de córner muy mal defendido Nunes tras dos rechazos subió el 1-0 al marcador. Menos mal que Clemente había dicho esta semana que lo primordial era una buena defensa, seguro que se refería a jugadas como ésta. Hay que reconocerle al Sporting que supo levantarse rápido y apenas tardó 7 minutos en empatar cuando un maravilloso pase del que, por mucho que se empeñe Clemente, tiene que jugar siempre lo materializó en el empate Adrián Colunga con una definición perfecta ante Aouate. Sin más peligro se llegó al descanso.

Nada más comenzar la segunda parte Nsué humilló a Canella, ni 50 segundos de segundo acto y el Mallorca otra vez por delante, y Alvaro no subió el 1-3 porque Juan Pablo envió a córner con una estupenda parada tras otro error de Pedro Orfila. Castro y De las Cuevas salieron al césped en sustitución de Gálvez y Trejo, horribles hoy. Eso el equipo lo notó, Barral no pudo con Aouate en un mano a mano, pero en un ‘baruyu’ en el área, Botía se aprovechó de un rechazo para volver a empatar. El árbitro se disponía a señalar un penalti claro por manos de un jugador balear, pero Botía recogió el rechazo y batió a Aoaute, el colegiado Pérez Montero cambió de parecer y dió validez al gol en vez de señalar el penalty, que es lo que debería haber hecho. Con el 2-2 llegaron los mejores momentos del Sporting y parecía que la remontada era posible, pero el incomprensible cambio de Mendy cuando estaba en su mejor momento y le candidez defensiva hicieron que se pasase del posible 3-2 al 2-3 que materializó Alvaro, acabando con toda esperanza en el coliseo gijonés. De ahí en adelante el Mallorca durmió el partido y solo Colunga con un cabezazo desviado puso el “uy!” en la grada pero nada más.