Digna de elogio fue la actitud que demostró el filial azulón el pasado domingo ante el Marino. Ambicioso, ofensivo, valiente. Un estilo radicalmente opuesto al del primer equipo, donde prima el músculo a la técnica. Esa mentalidad netamente ganadora se plasmaba ya en la alineación inicial, en la que Dani García bajaba hasta el eje de la zaga y cedía el mando en la dirección a Tello y Provencio. El filial salía a por todas. 

Sus intenciones quedaron claras desde el pitido inicial. El filial no quería sustos y saltó revolucionado al terreno de juego. Una vez más la velocidad de Hugo y Samu partiendo desde los costados era el principal arma de los pupilos de Ferreras. El ex del Rayo B avisó con un lanzamiento que sacó bajo palos la zaga asturiana, pero en su segunda intentona no falló. Corría el minuto veinte y el filial cumplía su primer objetivo: mandar en el marcador. 

El Marino, lejos de amilanarse, despertó con el tanto en contra. Fue entonces cuando el ofensivo planteamiento azulón comenzó a sufrir. Los asturianos probaron la solidez defensiva del Getafe y rápido comprobaron que podían desquebrajarla con balones a la espalda. Así, en uno de ellos, Pablo Hernández estableció las tablas. El punto débil del filial estuvo además en las llegadas desde segunda línea de los efectivos del Marino, que se presentaban libres de marca en el área de Tomeu. Eran los riesgos de la ambición. 

No les importaron esos apuros defensivos a los azulones y tomaron consciencia en el tiempo de descanso de que el mejor remedio era tener el balón. De ese modo, en la segunda mitad el equipo trató, con éxito, de dominar el partido. Hugo en el primer minuto mandó un balón al palo que podría haber cambiado el guión de la película, pero el destino no quiso más alternancias en el marcador. Fue por ello por lo que todos los intentos locales por marcar quedaron en vano. 

Con el Getafe B volcado en ataque, el Marino se limitó a salir a la contra. Y fue entonces cuando apareció Tomeu. Con templanza y seguridad en el mano a mano evitó a la hora de juego una ocasión de Sergio Prendes tras una rápida transición ofensiva. Era el único recurso que le quedaba al Marino, que veía cómo el asedio azulón se incrementaba por momentos, llegando incluso Ferreras a apostar por una defensa de tres hombres y dos delanteros en la punta de ataque. Era un órdago en toda regla. Una apuesta por el triunfo. 

La lluvia apareció en los minutos finales, lo que añadía un ingrediente de épica para una victoria in extremis. Jon Uriarte y Javi Flores tuvieron en sus botas el tanto de la victoria, pero sus remates se marcharon lamiendo el poste. El Getafe B había perdonado y pudo pagar muy caro su valentía cuando el tiempo de descuento ya se había cumplido. Una cabalgada de Alex Arias, sin oposición alguna, le plantó al punta asturiano frente a Tomeu en la última jugada del partido. Era el todo o la nada. El portero azulón se erigió en el salvador de su equipo y, tras aguantar con templanza los amagos del ariete visitantes, desvió con el cuerpo lo que era

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