El Caudal Deportivo de Mieres consigue una importante victoria que le sitúa en el puesto de promoción de descenso a costa de un Sporting B más cerca que nunca de la Tercera División.

Sporting B y Caudal se veían las caras en un magnífico escenario, como es El Molinón, en una situación prácticamente límite para ambas escuadras, situadas en puestos de descenso a Tercera División. Tanto los de Vidales como los de Paco Fernández tenían claro su objetivo: no encajar un gol. Eran conscientes de que el primero que lo hiciese tenía todas las de perder; y en esta ocasión, el que volvió a recibir un tanto, y por lo tanto se cumplían los pronósticos previamente anunciados, era el filial rojiblanco.

El partido comenzó siendo dominado por el Sporting B. Los capitanes del filial habían solicitado, esta semana, disputar el encuentro en el municipal gijonés, dados los buenos resultados obtenidos cada vez que pisaban su césped. Y parecía que el talismán podía dar sus frutos. A punto de cumplirse los primeros tres minutos de juego Juan Muñiz dio el primer aviso. El futbolista, a balón parado y desde la derecha, enviaba el balón fuera por muy poco. Un minuto después, de nuevo Juan Muñiz, enviaba un centro desde la derecha a Álex Barrera, quien, de cabeza, también mandaba el balón fuera. Estos eran los primeros avisos de un Sporting B bien plantado en el terreno de juego ante un Caudal que todavía no se había asentado.

Entonces fue cuando apareció Matías Sosa. El futbolista argentino se encontraba como Pedro por su casa, agobiando continuamente a Aitor Hervás, en esta ocasión como lateral. El jugador sudamericano se llevó varios aplausos del respetable con sus internadas, pero la definición de las jugadas de ataque volvían a ser la asignatura pendiente de un Sporting B que parece haberse divorciado del gol.

El filial gijonés seguía mandando. Prueba de ello fue que en el 17 Guillermo Méndez aprovechó un fallo de la zaga caudalista en el área pequeña, uno de los pocos que tuvo, que finalmente acabó en las manos de Sergio Segura.

A medida que avanzaban los minutos aumentó el respeto entre los dos contendientes. El Sporting B dejaba de asediar tanto la portería mierense, mientras que el Caudal iba tomando el timón del centro del campo. Nacho Matador y Dani Espolita tenían el mando ante un improvisado tándem compuesto por Juan Muñiz y Álex Barrera. Los de Paco Fernández intentaban sorprender a los gijoneses, pero de nuevo volvían a pecar en errores en los que llevan incurriendo desde inicios de temporada. Los futbolistas más ofensivos de los blanquinegros caían siempre en la trampa del fuera de juego, táctica muy ensayada esta semana por los hombres de Javier Vidales. Aun así, los de Mieres también gozaron de otras ocasiones legales. En el 29 Javi López “Camochu” lo intentó casi desde fuera del área, atrapando el balón con apuros Dani Laviana. Tres minutos después, Armando Invernón lanzó una falta desde la banda derecha que fue rematada al costado de la portería por un siempre atento Alberto Saavedra. Este era el despertar de un Caudal más aclimatado y que le estaba perdiendo la vergüenza al choque.

De todas maneras, ya lo avisaba esta semana el entrenador del Sporting B: había que estar muy pendientes de la estrategia caudalista. Y prueba de ello fue el primer gol de los de Mieres. Corría el minuto 29 de juego cuando Nacho Matador de falta directa sorprendía a Dani Laviana colando el esférico por toda la escuadra derecha erradicando cualquier vestigio de telaraña. Era el primer gol del partido y la locura se desataba entre los seguidores caudalistas. O lo que es lo mismo, un gélido jarro de agua fría para un Sporting B que se adormeció por completo hasta la conclusión del primer tiempo.

Con el arranque del segundo periodo, el Caudal siguió buscando incrementar su renta goleadora a balón parado. En el 49, Nacho Matador sacaba de esquina y de nuevo lo intentó Saavedra, aunque en esta ocasión despejó Dani Laviana.

A perro flaco todo son pulgas

Dicen que plantar ajos en las porterías da suerte. Algo que no debe conocer el Sporting B, o por lo menos, los encargados de jardinería ni se han molestado. Y es que al filial siempre le pasa algo con las amonestaciones. En esta ocasión, los rojiblancos, justamente, se quedaron con un jugador menos. Pedro Orfila, en el 57, derribaba claramente a Camochu poco antes de alcanzar la línea que delimita el área. El colegiado no lo dudó ni un segundo y le mostró la roja directa con la consecuente falta directa que botó Nacho Méndez (quien entró en el terreno de juego para sustituir a José Luis, futbolista que caía lesionado minutos antes de que concluyesen los primeros 45 minutos) y envió directamente a la cruceta. Nuevo aviso de un Caudal que no se conformaba con una victoria por la mínima.

El dominio de los de Paco Fernández era cada vez mayor y los jugadores del Sporting B ya no sabían cómo frenar el juego, por lo que la filosofía de las faltas porque sí y la ambición por coleccionar tarjetas sin venir a cuento parecían convertirse en una moda entre los futbolistas de Mareo. Sí gozaron los gijoneses de alguna jugada para igualar la contienda, pero la torpeza con el balón, mostraba a un equipo apático a la par que desangelado, frente a un conjunto lleno de moral.

Muestra de la apatía rojiblanca y de la plenitud de moral blanquinegra fue el segundo gol de los mierenses. Camochu se marca una jugada por la banda izquierda dejando atrás a la defensa gijonesa, y sin abusar de la arrogancia, se la cede a Pevida quien de manera rasa y por el centro establece el segundo tanto del Caudal cuando faltaban siete minutos para cumplirse los 90 reglamentarios.

Poco más se puede contar de un partido en el que el ganador fue el que lo mereció más. Con estos tres puntos, el Caudal sale de los puestos de descenso a Tercera División (tras aprovechar el tropiezo de La Muela ante el Lemona), mientras que el Sporting B se hunde más en la tabla. La salvación de los cachorros de Mareo parece convertirse poco a poco en una utopía.


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		SONRISAS Y LÁGRIMAS
		Domingo 17 de Abril de 2011 Fernando García de Dios Gijón
	El Caudal Deportivo de Mieres consigue una importante victoria que le sitúa en el puesto de promoción de descenso a costa de un Sporting B más cerca que nunca de la Tercera División. Sporting B y Caudal se veían las caras en un magnífico escenario, como es El Molinón, en una situación prácticamente límite para ambas escuadras, situadas en puestos de descenso a Tercera División. Tanto los de Vidales como los de Paco Fernández tenían claro su objetivo: no encajar un gol. Eran conscientes de que el primero que lo hiciese tenía todas las de perder; y en esta ocasión, el que volvió a recibir un tanto, y por lo tanto se cumplían los pronósticos previamente anunciados, era el filial rojiblanco. El partido comenzó siendo dominado por el Sporting B. Los capitanes del filial habían solicitado, esta semana, disputar el encuentro en el municipal gijonés, dados los buenos resultados obtenidos cada vez que pisaban su césped. Y parecía que el talismán podía dar sus frutos. A punto de cumplirse los primeros tres minutos de juego Juan Muñiz dio el primer aviso. El futbolista, a balón parado y desde la derecha, enviaba el balón fuera por muy poco. Un minuto después, de nuevo Juan Muñiz, enviaba un centro desde la derecha a Álex Barrera, quien, de cabeza, también mandaba el balón fuera. Estos eran los primeros avisos de un Sporting B bien plantado en el terreno de juego ante un Caudal que todavía no se había asentado. Entonces fue cuando apareció Matías Sosa. El futbolista argentino se encontraba como Pedro por su casa, agobiando continuamente a Aitor Hervás, en esta ocasión como lateral. El jugador sudamericano se llevó varios aplausos del respetable con sus internadas, pero la definición de las jugadas de ataque volvían a ser la asignatura pendiente de un Sporting B que parece haberse divorciado del gol. El filial gijonés seguía mandando. Prueba de ello fue que en el 17 Guillermo Méndez aprovechó un fallo de la zaga caudalista en el área pequeña, uno de los pocos que tuvo, que finalmente acabó en las manos de Sergio Segura. A medida que avanzaban los minutos aumentó el respeto entre los dos contendientes. El Sporting B dejaba de asediar tanto la portería mierense, mientras que el Caudal iba tomando el timón del centro del campo. Nacho Matador y Dani Espolita tenían el mando ante un improvisado tándem compuesto por Juan Muñiz y Álex Barrera. Los de Paco Fernández intentaban sorprender a los gijoneses, pero de nuevo volvían a pecar en errores en los que llevan incurriendo desde inicios de temporada. Los futbolistas más ofensivos de los blanquinegros caían siempre en la trampa del fuera de juego, táctica muy ensayada esta semana por los hombres de Javier Vidales. Aun así, los de Mieres también gozaron de otras ocasiones legales. En el 29 Javi López “Camochu” lo intentó casi desde fuera del área, atrapando el balón con apuros Dani Laviana. Tres minutos después, Armando Invernón lanzó una falta desde la banda derecha que fue rematada al costado de la portería por un siempre atento Alberto Saavedra. Este era el despertar de un Caudal más aclimatado y que le estaba perdiendo la vergüenza al choque. De todas maneras, ya lo avisaba esta semana el entrenador del Sporting B: había que estar muy pendientes de la estrategia caudalista. Y prueba de ello fue el primer gol de los de Mieres. Corría el minuto 29 de juego cuando Nacho Matador de falta directa sorprendía a Dani Laviana colando el esférico por toda la escuadra derecha erradicando cualquier vestigio de telaraña. Era el primer gol del partido y la locura se desataba entre los seguidores caudalistas. O lo que es lo mismo, un gélido jarro de agua fría para un Sporting B que se adormeció por completo hasta la conclusión del primer tiempo. Con el arranque del segundo periodo, el Caudal siguió buscando incrementar su renta goleadora a balón parado. En el 49, Nacho Matador sacaba de esquina y de nuevo lo intentó Saavedra, aunque en esta ocasión despejó Dani Laviana. A perro flaco todo son pulgas Dicen que plantar ajos en las porterías da suerte. Algo que no debe conocer el Sporting B, o por lo menos, los encargados de jardinería ni se han molestado. Y es que al filial siempre le pasa algo con las amonestaciones. En esta ocasión, los rojiblancos, justamente, se quedaron con un jugador menos. Pedro Orfila, en el 57, derribaba claramente a Camochu poco antes de alcanzar la línea que delimita el área. El colegiado no lo dudó ni un segundo y le mostró la roja directa con la consecuente falta directa que botó Nacho Méndez (quien entró en el terreno de juego para sustituir a José Luis, futbolista que caía lesionado minutos antes de que concluyesen los primeros 45 minutos) y envió directamente a la cruceta. Nuevo aviso de un Caudal que no se conformaba con una victoria por la mínima. El dominio de los de Paco Fernández era cada vez mayor y los jugadores del Sporting B ya no sabían cómo frenar el juego, por lo que la filosofía de las faltas porque sí y la ambición por coleccionar tarjetas sin venir a cuento parecían convertirse en una moda entre los futbolistas de Mareo. Sí gozaron los gijoneses de alguna jugada para igualar la contienda, pero la torpeza con el balón, mostraba a un equipo apático a la par que desangelado, frente a un conjunto lleno de moral. Muestra de la apatía rojiblanca y de la plenitud de moral blanquinegra fue el segundo gol de los mierenses. Camochu se marca una jugada por la banda izquierda dejando atrás a la defensa gijonesa, y sin abusar de la arrogancia, se la cede a Pevida quien de manera rasa y por el centro establece el segundo tanto del Caudal cuando faltaban siete minutos para cumplirse los 90 reglamentarios. Poco más se puede contar de un partido en el que el ganador fue el que lo mereció más. Con estos tres puntos, el Caudal sale de los puestos de descenso a Tercera División (tras aprovechar el tropiezo de La Muela ante el Lemona), mientras que el Sporting B se hunde más en la tabla. La salvación de los cachorros de Mareo parece convertirse poco a poco en una utopía.