Este fin de semana, a medida que la agenda se va
liberando ante el fin, poco a poco, de todas las
competiciones regionales y nacionales, he
decidido ver dos partidos que pese a tener un
denominador común, existen unas grandes
diferencias en los pequeños detalles.
Tanto Elche como el Granada en la segunda
división y el Lenense y el Lada Langreo en la
primera Regional asturiana se habían quedado a
las puertas del ascenso directo de categoría una
vez concluida la liga regular en sus respectivas
categorías y todos ellos habían tenido que
"cruzar" el particular "campo de minas" de las
eliminatorias de ascenso , hasta llegar al final
del túnel, en el que solo puede pasar uno. Hasta
aquí las diferencias son pocas, difícil
encontrarlas si se pudieran plasmar en un
pasatiempo, dos duelos futbolísticos, en el que
unos y otros, cada uno con sus propias armas,
tratan de llegar primero que el otro y conseguir
la felicidad de unas aficiones a las que nunca
les falta aliento ni apoyo hasta el ultimo
suspiro. Pero llego el pitido final y todo lo
que hasta ese momento era comparable a dos
gemelos recién nacidos, salvando las distancias
de categoría, se convierte en la mejor de las
lecciones que he aprendido este fin de semana y
no es otra que la importancia que tiene tanto el
" saber ganar" como el "saber perder". Las
diferencias de categoría se acortan viendo los
finales de los partidos del Martínez Valero y
del Sotón, el sábado, si tuviera al lado a un
niño que su mayor ilusión fuera jugar al fútbol,
tendría que taparle los ojos o cambiar de
cadena, en cambio si el mismo niño, me lo
hubiera llevado a Pola de Lena a ver un partido
de infinitas categorías inferiores, le hubiera
dejado disfrutar de la alegría del que gana,
sabiendo ganar y del que pierde y sabe perder.
Todo un lujo de detalles emocionantes, pese a la
contradicción del momento que estaban viviendo
los futbolistas del Lenense y del Lada, juntos
en el centro, abrazados dándose la enhorabuena,
agradeciendo a los aficionados el apoyo y
dejando paso a las celebraciones posteriores sin
ningún tipo de detalle que pueda ensombrecer tan
único momento. Un lujo en el que este partido
regional, el modesto, el NO profesional, merecía
haber copado las noticias deportivas de los
telediarios o las portadas de todos los
periódicos y no la repetición reiterada de
imágenes de agresiones entre aficiones,
jugadores o miembros del cuerpo técnico.
El valor del esfuerzo tanto individual como
colectivo debe estar por encima del resultado
final de la competencia. No va a ser fácil para
el Lada ni para el Elche, aprender a aceptar la
derrota con la esperanza de poder aprender algo
de ella. Ni tampoco que pierdan las ganas ni el
entusiasmo por ganar. Cada nueva temporada,
objetivo o partido que jueguen les permitirá
descubrirse un poco más a ellos mismos y
posiblemente los impulsarán a mejorar en el
futuro y no darse por vencidos.
Este fin de semana David se ha comido a Golliat,
el pequeño me ha enseñado cosas que el grande
tenia que dominar a la perfección y la categoría
no la da un nombre de un banco, por mucho
millones que cueste tal patrocinio, sino estos
detalles que encumbran a pequeñas instituciones,
equipos, técnicos, jugadores y aficiones