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Demasiado castigo

Domingo 15 de Mayo de 2011
Fernando García de Dios
Gijón

El Sporting B se despide de la Segunda B con buen juego ante una Unión Deportiva Logroñés plagada de suplentes.

El filial del Sporting no pudo terminar la temporada en casa como esperaba y finalmente cayó, de manera inmerecida, ante una Unión Deportiva Logroñés que tenía en su mano el pase para la próxima edición de la Copa del Rey. Y es que ni el horario ni la situación invitaron a casi nada. Con el primer equipo jugándose la permanencia tres horas más tarde, y con el filial matemáticamente descendido, la grada presentó la peor entrada de la temporada. Así concluye la temporada más desilusionante de un conjunto mal elaborado desde la secretaría técnica y que domingo a domingo dio todo lo que pudo sobre los distintos terrenos de juego.

Nacho Martín, entrenador del Logroñés, consciente de que dependían de ellos mismos para conseguir el pase para el torneo del cao, premió a los jugadores menos asiduos. Por su parte, Javier Vidales otorgaba la titularidad a Alberto, un defensa de 18 años que, aunque se ejercitó durante toda la campaña con el filial, compitió con el equipo de División de Honor. Con estas premisas parecía que el Sporting B no se jugaba nada. Pero no es así. Se jugaba el orgullo y la cucharadita necesaria para que los jugadores vuelvan a tener la confianza que perdieron hace una semana al conocer que habían descendido a Tercera División.

Esa dosis necesaria de confianza comenzó a surtir efecto a los pocos minutos de comenzar el duelo. El Sporting B, dueño del esférico desde el primer minuto, comenzó a inquietar al debutante Pablo Carmona. Así fue como en el minuto ocho Juan Muñiz, desde la banda izquierda, hizo un pase raso a Diego quien no llega a introducir entre las mallas. Ocho minutos después el Sporting B volvió a inquietar a la zaga riojana. De nuevo Juan Muñiz, en esta ocasión desde la derecha, botaba una falta al corazón del área que quedaba prácticamente muerto que nadie llegó a rematar.

Mientras que el filial tomaba la iniciativa, los jugadores logroñeses intentaban conocerse entre ellos, ya que era un once completamente novedoso y prueba de ello fue que David Garrido, futbolista que apenas tuvo minutos esta temporada, pecaba de inocente ante un astuto Diego que le robaba el balón en el semicírculo del área y, aunque lograba zafarse de dos defensas, finalmente no logró colarlo a los 18 de juego.

Pablo Carmona demostraba que pese a ser el suplente en el equipo de Las Gaunas no tenía oxidados sus músculos y cuatro minutos más tarde impedía que un balón en falta botado por Juan Muñiz desde la derecha no entrase por la escuadra. Otra ocasión clara llegó en una combinación entre Pablo, Álex Serrano y Juan Mera, dándole el último empujón este último, pero el balón salió muy alto.

La primera acción de peligro para los riojanos no llegó hasta el 28 cuando Osado, el futbolista más adelantado, picó un balón en el área que atrapó sin problemas Denís. El único lunar del primer tiempo lo cometió Alain que al intentar hacer un pase a Cruz no contaba con la presencia de Osado quien forzó el disparo desde fuera del área enviándolo dos metros por encima de la portería gijonesa.

En el segundo tiempo, Vidales refrescó las bandas dando entrada a Guillermo Méndez y Matías Sosa. Éste último se sacó una jugada de la chistera con Diego. El asturiano no logra marcar al estrellar la pelota en el cuerpo del cancerbero. Pero cuando parecía que iba a llegar, por merecimiento, el gol del Sporting B llegó el tanto visitante. Corría el 61 cuando le llega el balón a Pedro Barrancos quien bate mediante un caño al portero asturiano. Este gol sintió como un jarro de agua fría para un equipo que estaba dejando sobre el campo todo lo que podía.

Un gol para el pichichi

En el momento que la parroquia riojana todavía estaba celebrando el gol, Nacho Martín dio entrada al ex-oviedista Diego Cervero. El delantero no tardó en demostrar porque es uno de los jugadores con más olfato de gol y comenzó a inquietar a la defensa gijonesa, hasta que en el 81 logró su objetivo. El ariete recibía el balón en el área pequeña y tras un giro marcaba su décimo séptimo tanto en liga que le otorgaba el título de pichichi del Grupo II de Segunda División B.

El Sporting B lo siguió intentando desde todos los puntos del campo y con casi todos sus jugadores, siendo la última ocasión de Matías Sosa, en el 90 de juego, sobre la línea del área pero el balón se fue fuera por muy poco.

Triste derrota para un Sporting B que luchó más sobre el terreno de juego y que volverá tres años después a Tercera División.
 

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