Si el domingo pasado el Sporting insufló esperanzas en la permanencia, ayer las volvió a diluir como el día del Málaga -última victoria del Sporting en Liga el 13 de Enero- o en Noviembre cuando se encadenaron 5 partidos consecutivos sin conocer la derrota. Eso sí, el equipo aplicó la máxima de lo que puedas ganar, no lo pierdas. Y pudo ganar el choque, pero Gastón Sangoy con todo a favor erró una clarísima ocasión en el tiempo añadido que todavía nadie de los 2.500 sportinguistas que estábamos en El Sardinero entendemos como lo hizo. El empate fue justo por los méritos mostrados, aunque los locales dispusieran de más ocasiones. El Sporting llegaba muy poco, pero cuando llegaba asustaba de verdad. Los mejores de ambos equipos fueron los porteros, especialmente Juan Pablo que hoy volvió a sacar balones milagrosos en los últimos minutos de partido.

La alineación no deparó sorpresas. Javier Clemente hizo el único cambio de Rivera por un sancionado André Castro y el resto fue igual que la semana pasada. Lo que no fue igual fue la actitud y las ganas de los jugadores en el terreno de juego. Desde el principio el Rácing empezó comiéndose al Sporting. Stuani con el Sporting parado por una lesión de Acosta chutó a portería y Juan Pablo detuvo seguro. Enésima muestra de falta de picardía de los jugadores rojiblancos, esperando que un horroroso y horrible Ayza Gámez -el Sporting no sabe lo que es ganar con este árbitro- detuviese el encuentro, era apenas el minuto 4. En el minuto 16 otro remate del uruguayo al palo pudo poner en ventaja a los locales, pero Barral en un balón parado remató de cabeza un poco por encima del larguero. El partido se trababa y apenas había ocasiones, una jugada embarullada se la lleva Colunga tras varios rechaces, cede a la frontal del área pequeña y Rivera con todo a favor para marcar chuta fuera. La grada rojiblanca no se lo creía. Fue el preludio al chicharrazo de Barral en una falta que toca Rivera y Barral de golpe duro y seco con el empeine la clava en la portería de un Toño que no debió ni ver el balón. 0-1 y se llegaba al descanso.

En el segundo tiempo el Rácing comenzó igual que en el primer tiempo y Juan Pablo y la mala puntería de Stuani volvieron a salvar al Sporting. Gregory de cabeza tuvo el 0-2 pero remató muy defectuoso una clarísima ocasión. Iban pasando los minutos y el Sporting parecía que controlaba el partido, Clemente cambió a Rivera por Gálvez, cambio cuando menos chocante. Sería en una jugada digna de una película de los Monty Phyton cuando llegaría el empate. Acosta central mal, el balón pega en el brazo de Canella que lo tiene pegado al cuerpo, el rechace le pega a Stuani en la mano y el balón se va por línea de fondo. De un posible penalti a favor del Rácing pasamos a un córner que debió ser saque de puerta. En ese córner Ayza Gámez debía tener la mosca detrás de la oreja con la mano de Canella, ya que tan pronto un jugador del Rácing cayó al suelo en una tarascada con Gálvez señaló el punto fatídico. Penalty que parece perfectamente pitable, pero en el que el colegiado demuestra su incompetencia no echando a Gálvez por roja directa, ni siquiera amonestándole, cuando era una ocasión manifiesta de gol. Stuani transformaría el penalti y tendría el impresentable gesto de ir a la grada sportinguista a insultar y faltar el respeto a la afición del Sporting. Lo que le cayó de la grada al jugador uruguayo fue de todo.

Los últimos 15 minutos fueron un auténtico correcalles en el que pudo ganar cualquiera. Jairo Sampedro la tuvo para el Rácing pero Juan Pablo cerró perfectamente y Sangoy, en una internada por potencia y velocidad de un incansable David Barral, falló inexplicablemente con todo a favor el que sería el 1-2 y la entrada en éxtasis de la parroquia rojiblanca. Éxtasis que se convirtió en decepción y tristeza.