El resultado puede parecer engañoso, pero, aunque fue clara y merecida, la victoria de la selección asturiana ante su homóloga aragonesa fue más trabajada y sufrida de lo que pueda parecer. Todo ello, en un partido con alternativas, en la que los maños arrearon a tirones pero en el que nunca peligró la victoria para los de Muñiz.

 

La primera mitad fue un fiel reflejo de la mañana en Aranjuez: con mucha niebla, fría, gris. Y es que los primeros minutos trajeron un partido igualado, con intensidad, pero carente de emoción y con pocas oportunidades de peligro. El primer toque de atención lo daría la escuadra aragonesa, con un buen disparo de Imanol, bien respondido, dos minutos después, por un remate de Borja Prieto que se marchaba a córner.

 

Era la antesala del primer tanto asturiano, que llegaba en el minuto 28, cuando Toyos cabeceaba dentro de la red, a la salida de un córner. El tanto espoleó a los asturianos, que apretaron en busca de la consecución del empate, aunque sería Jaime quien buscaría, en el minuto 34, ampliar distancias, con un lanzamiento de falta que se marchaba cerca del palo derecho de la portería defendida por Héctor Callizo.

 

Tras el descanso, pronto Jaime, recibiendo un buen balón entre líneas, en el minuto 48, encaraba al cancerbero rival y conseguía batirle, haciendo el segundo y definitivo tanto. La mayor calidad asturiana pronto se vio contrarrestada ante los empujes aragoneses, que buscaban reducir distancias, y que disponían de la ocasión más clara en un remate a bocajarro de Guillén, con la testa, que debía despejar Guillermo, con ciertos apuros. De ahí al final, los intentos maños fueron tan intensos como estériles y vanos, sin apenas profundidad, no produciéndose ninguna otra variación en el marcador.

 

ÁLBUM DE FOTOS