El Oviedo arrancó un punto del Coliseo pidiendo la hora tras las expulsiones de Aitor y Rubiato.

1.- Getafe C.F. "B": Tomeu; Arroyo, Gotor, Álex Pérez, Nacho; Dani García, Tello, Hugo, Javi Flores, Rubén Sánchez (Mendez min. 23 (Eric min. 70)); Jon Uriarte (Ortuño min. 75).

1.- Real Oviedo: Lledó; Juanpa, Negredo, Juanma, Álvaro Cuello (Rubiato min. 60); Pelayo, Aitor Sanz; Jandrín (Falcón min. 82), Manu Busto, Nano; Martins (Pascual min. 75)

Árbitro: Salas Montoro, del colegio catalán. Mal. Amonestó a los locales Tomeu, Gotor y Nacho y expulsó a Álex Pérez por roja directa en el 67'. Por el Oviedo amonestó a Álvaro Cuello, Pelayo, Nano y Aitor Sanz en dos ocasiones, siendo expulsado en el 73', además de Rubiato que vio la roja directa en el minuto 80.

Goles: 1-0 min. 57 Javi Flores. 1-1 min. 65 Aitor Sanz.

Incidencias: Coliseum Alfonso Pérez. Césped en buenas condiciones. 2000 espectadores con presencia de seguidores carbayones.

Pasan las jornadas pero el guión se vuelve a escribir con las mismas letras en Getafe. El filial azulón maneja el partido, controla y es superior a su rival, pero los resultados le vuelven a ser adversos, con la consiguiente impotencia que ello repercute en el vestuario getafense. Esta vez fue el Oviedo el que se erigió protagonista de la novela negra azulona, que ya publica su enésima edición. 

El prólogo parecía indicar que la trama esta vez sería más favorable al cuadro de Emilio Ferreras. El Getafe B rotulaba sobre el césped el clásico ideal de un filial, apostando por el juego de combinación y por la velocidad de Hugo y Rubén Sánchez, que querían ser los buenos de la historia. Sin embargo, cuando apenas se habían escrito algunas páginas del choque, éste ya empezó  darle la espalda a los locales. Una rotura de tibia y peroné borraba la candidatura de Rubén Sánchez como protagonista del libro. De este modo, Hugo, personaje que siempre aparece en todos los capítulos, fue el que tomó el testigo. Su objetivo era levantar al público de sus asientos, hecho que levantó la admiración y las ovaciones. 

El Oviedo hasta entonces, apenas había sido nombrado. Su entrada a escena aún se hacía esperar, situación que el filial aprovechaba para lucirse sobre el teatro del Coliseum, que gozaba de ambiente y colorido gracias al respetable, que esta vez tenía olor a sidra y gaita. Lledó fue el primer ovetense recitar y lo hizo con gran acierto, sosteniendo a su equipo bajo palos y demostrando una seguridad que contrarrestaba con los papeles secundarios de gran parte de la defensa, poco habitual en auditorios de este calibre.

Tras el descanso pertinente, el Oviedo quiso ser el protagonista del segundo acto. Sus jugadores se fueron repartiendo el peso de la obra y, por consiguiente, también apareció entre bambalinas Tomeu Nadal, que había vivido como un espectador más hasta el momento. A pesar de ello, fue Javi Flores quien levantó al público de su asiento con un remate de espuela que se introdujo en el fondo de la red. El mediapunta azulón no hacía más que refrendar la confianza ganada en las últimas jornadas, que le ha permitido pasar de ser un mero tramoyista a un actor fundamental en el guión del director Ferreras. 

Se había desatado la locura. La trama, que hasta entonces era pausada, había cobrado una velocidad vertiginosa donde los hechos se iban a suceder con celeridad. Así llegó la igualada del Oviedo, que llevó la firma de Aitor Sanz. Quiso sumarse a la obra el árbitro, que actuó como verdugo del espectáculo al querer demostrar su autoridad. Alex Pérez, por parte local, y Rubiato y Aitor Sanz, por parte visitante, no pudieron hacer la referencia final ante el público y fueron expulsados. 

Quedaba el último colofón. En superioridad, el Getafe B quiso poner el fin a la obra con un resultado feliz. Lo intentó por todos los medios bajo una intensa lluvia, pero el guión ya estaba preestablecido tiempo atrás. Su autor había elegido el reparto de puntos que dejaba la insatisfacción en el seno azulón.

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